106-. Él era un lobo con la piel de un cordero.

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Violett

Recobré la consciencia con el anhelo de encontrarme aún en mi cama, entre los protectores brazos de Zayn, y y que lo ocurrido se tratara simplemente de un mal sueño, pero al descubrirme atada de pies y manos mis esperanzas terminaron por irse a la basura.

Tan pronto como intenté gritar me percaté de la gravedad del asunto. No solo tenía una venda sobre los ojos sino que también me encontraba amordazada. Entendía el porque de la mordaza; yo podría gritar y los secuestradores evidentemente no querían eso, pero ¿cuál era la función de la venda? Para mí resultaba innecesaria pues sabía a la perfección quien se encontraba detrás de mi rapto y era justamente eso lo que me preocupaba; conocía su identidad.

Las personas que se dedicaban a secuestrar, utilizaban mascaras y vendaban los ojos de sus rehenes por una razón: mantener su identidad en anonimato, y esa era una buena señal. Si el captor se aseguraba de no ser visto por la victima cabía la posibilidad de que la dejara en libertad pues ésta no podría identificarlo con las autoridades.

Desafortunadamente ese no era mí caso, mi raptor se aseguró de hacerme saber su identidad desde el primer segundo y eso solo indicaba una cosa: él no me dejaría ir viva.

—Comenzaba a preocuparme el que no despertaras —mi cuerpo entero se tensó al escuchar su voz. Me angustiaba pensar que él estuvo aquí durante todo este tiempo, contemplando mi inconsciencia, manteniéndome a su merced—. Dicen que el uso de cloroformo puede ocasionar la muerte, es una fortuna que eso no te ocurriera a ti, ¿no lo crees?

Luca ignoraba lo que "espacio personal" significaba. Al hablar resultaba bastante común que él se acercara más de la cuenta a mí, incomodandome. Hoy no fue la excepción, sentía su respiración chocando de lleno contra mi rostro mientras sus manos quitaban con deliberada lentitud la mordaza.

—¿Puedes quitarme la venda también? —pedí con más gentileza de la que se merecía ese bastardo.

Luca lo meditó durante algunos segundos.

—No veo porque no —rió, en lo que me pareció un sonido malicioso—, después de todo no lograrás contarle de mí a nadie.

Intenté no reparar en esas palabras que no eran más que la confirmación a mis sospechas, pues de hacerlo estaba segura que comenzaría a llorar, y no pensaba darle el placer de verme destruida. Tal vez tomaría mi vida pero no así mi dignidad.

Apenas mis ojos fueron liberados de su vendaje me di a la tarea de buscar en la habitación alguna pista que me ayudara a reconocer el lugar donde me encontraba. Por desgracia, la habitación era consumida por la obscuridad casi en su totalidad. Era un escueto bombillo —el que colgaba a unos metros sobre mi cabeza—, quien proveía la luz necesaria para permitirme ver a Luca sentado frente a mí, apoyando su pecho en el respaldo de una vieja silla.

—¿Por qué estoy aquí? —emití con lo último que quedaba de amabilidad en mí.

—Las preguntas las hago yo, Violett —y esa fue la primera vez que lo vi perder la sonrisa—. ¿Dónde está tu padre?

Mis ojos se abrieron más de lo normal, evidenciando mi sorpresa.

—Creo que no escuche bien —o eso es lo que intentaba asegurarme a mí misma—. ¿Podrías repetirlo?

Luca se apeó mostrando una sonrisa torcida

—¿Crees que esto es un juego, no es así? —con un movimiento rápido sacó la daga que llevaba oculta en sus pantalones, situando la cuchilla contra mi garganta—. Dime, ¿qué tengo que hacer para que te tomes esto en serio? ¿Acaso torturarte; cortarte un dedo, una oreja...? —aterrada, seguí con la mirada el recorrido que la cuchilla llevaba hasta detenerse en mi pecho, donde el corazón se supone está situado-. ¿O es qué quizás debo ir por Zayn?

Escucharlo pronunciar su nombre me heló la sangre y fue justo en ese instante en el que supe que no importaba lo que Luca me pidiera, yo se lo daría con tal de mantener a Zayn fuera de esta situación, alejado de todo peligro.

—Mi padre está muerto.

—¿No me digas que realmente te creíste esa patraña? —la sonrisa burlona que me dedicó terminó por desconcertarme—. Pensé que eras más inteligente, Violett. En fin, supongo que te sobrestime.

—Es curioso, en este momento yo tampoco me siento muy inteligente —mascullé cuando finalmente salio de mí espacio vital.

La sonrisa de Luca se acrecentó mientras viraba su silla y tomaba asiento. Por lo menos la situación le estaba resultando divertida a alguien.

—¿Sabes, Violett? Hoy me siento de humor como para escuchar una historia. ¿Por qué no me cuentas cómo murió tu padre?

Mi vida privada era un tema sobre el que me costaba hablar, y aún más lo era la muerte de mi padre. Probablemente Luca sabía lo mucho que podía llegar a incomodarme con ese asunto y era justo ese el motivo por el cual se empeñaba en preguntarme por él.

—Lo asesinaron —corté de tajo la conversación.

—¡Vamos, Violett! —animo con gran entusiasmo—. Se más explicita. Cuéntame los detalles.

Suspiré, recordándome que hacía esto por Zayn.

—Mi padre solía ser un prestigioso abogado en Londres. Durante el último caso que llevó, logró encarcelar al segundo al mando de un cartel de drogas y en represalia éstos lo asesinaron.

Luca adoptó una actitud reflexiva.

—Esa historia me resulta familiar, aunque en mi versión existen algunas variantes.

Fruncí el ceño. ¿De qué demonios estaba hablando?

—¿A qué te refieres?

De nuevo esa estúpida sonrisa burlona se había instalado en su rostro.

—Violett, voy a contarte una increíble historia, la historia de cómo conocí a tu madre...

—¡¿Qué?! —exclamé con el cerebro a medio fundir.

—Relájate. Sólo bromeo —dijo para después soltar una risilla—. Aunque no puedes negar que ese fue un programa de televisión genial.

No tenía idea de como llamar al método de tortura que Luca estaba empleando conmigo pero parecía ser bastante funcional; estaba destruyéndome desde adentro.

—¿Para ti todo esto es una broma, verdad? —pregunté ya cansada de toda esta mierda—. ¿Porqué no me dices de una maldita vez que es lo que quieres de mí?

—De ti no quiero mucho, Violett, sólo que me guíes hasta tu padre.

—¡Joder! Él está muerto, ya te lo dije —exclamé exasperada, causando que Luca perdiera su postura jocosa y empezara a elevar la voz.

—¡No es así, Violett! Él no murió.

—No se de dónde sacaste esa estupidez pero debes creerme; mi padre está muerto. Yo misma estuve ahí cuando declararon su deceso.

—Entonces explícame, ¿por qué demonios al mes de su supuesta muerte se presentó en la finca de mi padre acompañado de un comando armado?

—Debes estar confundiendolo —intenté razonar con él pues no iba a convencerme de creer sus palabras. Era simplemente imposible.

—Ojalá así fuera, de esa manera me evitaría la pena de tener que matarte, pero somos quienes somos y no podemos cambiarlo.

Luca caminó directamente hacia la oscuridad, perdiéndose en ella. Un chirrido causó la puerta al abrirse y entonces supe que él se había ido.

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En días pasados prometí un maratón, creyendo que el asunto con mi computadora se solucionaría pronto, desafortunadamente no ocurrió. Por ello y con la consciencia del tiempo transcurrido me vi en la necesidad de reescribir todo lo que se encontraba en mi lap es por ello que les debo el maratón, realmente no esperaba tener que empezar desde cero.

Lo siento, Annie.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora