Enfrentamiento En La Mansión

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Al haber salido de la habitación de la pequeña, (Él le seguía diciendo pequeña sólo por el hecho de que era igual de infantil que una pequeña de seis u ocho años aunque sabía perfectamente que ella pudo haber sido su madre por la edad que realmente tenía y no la edad que aparentaba). Cuando Eron ya se encontraba en los pasillos de las mazmorras lo suficientemente alejado de la habitación de la Señorita Victoria, pero el simple hecho de decir su nombre lo dejaba consternado por lo que vio hace pocos minutos, pensó que como nadie podía escucharlo podía pensar en voz alta o quizá ni siquiera se dio cuenta.

-Ese maldito y estúpido bastardo vampiro de Alucard...desde que él llegó Victoria a estado con esa mirada melancólica y sobre todo no la vi llorar tato desde hace tiempo, mejor dicho nunca la vi llorar de ese modo ni siquiera cuando ese vampiro "murió"-pensaba en alto con tono de impotencia y aquel dejo de furia al igual que el de molestia.

El sólo estar hablando consigo mismo lo hizo que el camino de las mazmorras fuera más corto, pero en cuanto se dio cuenta ya estaba en la puerta que determinaba la entrada y la salida que daba a la "prisión" de los vampiros. Cuando levantó la cabeza para ver hacía donde iba se topó con el Vampiro al que estuvo insultando dirigiéndose hacía la habitación de la pequeña y sin pensárselo dos veces camino hacía él con paso firme parándose en frente.

-¡No te atrevas maldito bastardo!- ni él se creía lo que acababa de hacer, sabía que se había metido a la boca del lobo pero ya no era momento de retractarse así que lo miró directamente a los ojos enfurecido.

El vampiro ni siquiera se dignó a contestarle pero esa simple sonrisa burlona lo decía todo, era como un "Mira lo que haré" o algo similar, Eron seguía viéndolo de una forma despectiva y creía de ante mano que era un malcriado, infame y petulante vampiro que jugaba con los bellos sentimientos de una pequeña y linda chica. Se le había ocurrido la maravillosa idea de seguirlo para evitar cualquier cosa que pasara con la Señorita Victoria sin embargo cuando iba a poner en marcha su plan escuchó la voz de Integra que lo llamaba, sólo miró al vampiro desaparecer en el pasillo ya sin posibilidad de ayudarla tuvo que hacer caso al llamado de Integra.

Victoria sin embargo no se daba ni por enterada de lo que había sucedido entre su Maestro y Eron, ella se acababa de salir de la ducha dando un suspiro profundo como si todas sus penas se hubieran ido con el agua, se paró enfrente de su armario para sacar su uniforme ya que dentro de algunos minutos serían las 6:30 de la tarde lo cual le decía que dentro de poco tendría que comenzar sus jornadas de trabajo, cuando por fin pudo ponerse al menos la camisa dejándola abierta haciendo que su ropa interior se viera por completo, Alucard entró a su habitación sin llamar a la puerta y esta por reflejo volteó a la puerta asustada cubriéndose sólo con sus manos a lo que su maestro la miró con malicia y aquella sonrisa traviesa.

-Deberías terminar de arreglarte que dentro de poco te toca trabajar o ¿es acaso que esa es tu nueva forma de vestir?- la miró sin disimulo ni descaro mostrándole una sonrisa atrevida y maliciosa y eso que no pudo ver sus ojos por los lentes sino hubiera visto aquella mirada lujuriosa de su maestro al sólo ver el cuerpo de la chica.

-¡Debería llamar a la puerta antes de entrar a la habitación de una dama! - dijo molesta y con el rostro completamente rojo ya que con el hecho de que su maestro se encontrara viéndola en ropa interior la avergonzaba ¡en demasía - y a todo esto ¿A que ha venido a mi alcoba?- trató de ni siquiera mirarlo para evitar enrojecerse más.

-Sólo a decirte eso- comentó con aquel barítono propio de él y con una risa estruendosa de fondo.

Victoria no supo cómo reaccionar ya que su voz la traicionaba y su rostro demostraba lo avergonzada que se encontraba, sin embargo Alucard pensó que ya era suficiente avergonzarla de esa manera así que optó por darle una última sonrisa pícara y salir de su alcoba sin decir nada. Se quedó sorprendida por lo que acababa de pasar y más porque su maestro salió como si nada mientras que a ella se le caía la cara de vergüenza por lo que acababa de suceder, pero con el hecho de pensar de que su maestro podría volver a entrar decidió cambiarse tan rápido como pudo.

Al salir aquel vampiro se apresuró con paso firme y decidido a llegar a la habitación propia más sin embargo un recuerdo de aquel molesto sirviente le trajo un mal sabor de boca además de un recuerdo molesto a la cabeza, pero como era posible que un ser tan débil pudiera hacerlo pensar tanto en él con un simple comentario que hizo sin pensar, si no fuera el sirvienta de la casa Hellsing ese hombre, si es que así lo podía llamar, estaría sufriendo entre sus manos.

-Ese estúpido "sirviente" se mete en asuntos que no le incumben y menos siendo una especie tan débil...- decía molesto sin temor de que alguien lo escuchara deseando tener una sola oportunidad para destruir a ese "humano".

Sin darse cuenta ya se encontraba dentro de su habitación frente a su trono en el cual se sentó tratando de olvidar lo que sucedió con Eron y mejor concentrarse en lo que vio en la habitación de Victoria. Para esto cuando recordó el rostro de la chica una risa burlona se salió de su ser, como una pequeña Draculina podía avergonzarse con tan poco. Dejó eso pasar y prefirió mejor tomar una de las copas que tenía en aquella mesita de madera que se encontraba al lado de su trono al igual que una botella llena de sangre para servirse algo de sangre en una de las copas de cristal, pero en cuanto la tuvo frente a él la movió un poco y recordó a la Draculina aquel simple recuerdo le trajo nuevamente el mal sabor de boca ya que recordó que Eron la había abrazado y con sólo recordar eso se sentía indignado de que un simple sirviente le estuviera coqueteando sin disimulo a lo que era de su propiedad y más porque se atrevió a insultarlo pero sabía perfectamente que él no estaba celoso de Eron ya que nunca le interesó la chica o al menos eso aún no lo sabía con exactitud. Con sólo pensar en Eron la copa que Alucard tenía en las manos fue destruida con facilidad, en cuanto se dio cuenta de lo que le pasó a su copa abrió el puño y los pedazos de cristal cayeron al suelo, sacudió sus manos aunque la sangre siguiera impregnada en los guantes prefirió mejor dormir un rato para olvidar aquello que le perturbo tanto la mente y le traía enojo sin saberlo.

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Le agradezco los consejos a una gran escritora que me ayudo a poder hacer esto posible y ahora solo es cosa de esperar que les guste

MIS DEMONIOS (AxS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora