14. "Gabriel's Oboe"

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Eran las 10 de la noche del día 1 de Julio cuando toda la multitud que ocupaba los asientos del teatro "Gaiety Theatre" de Dublin empezó a aplaudir cuando la Orquesta Sinfónica de Dublín salió al escenario. Todos los músicos llevaban un instrumento: violines, violas, contrabajos... Entre los muchos músicos de la Orquesta Sinfónica se encontraba una chica rubia de ojos azules que sujetaba con firmeza un precioso y brillante violonchelo. Los músicos se colocaron lentamente en sus asientos, hicieron una reverencia a la multitud y colocaron delante de sus ojos el libro de partituras que tocarían aquella noche. La multitud empezó a callarse y dejó de aplaudir poco a poco, creando una paz mortal. Todo quedó sumido en un profundo y corto silencio hasta que de pronto empezó a sonar la primera canción de la noche...

      Los violines y las violas rugieron con el comienzo de la canción "Gabriel's Oboe", compuesta por Ennio Morricone. Sonaron como si los ángeles la hubieran traído del cielo... Después de esta pequeña introducción de violines y otros instrumentos de cuerda sonó un instrumento que empezó a tocar el tema principal de la canción: el violonchelo, sujetado por las finas manos de Sky McFly. Sky movió el arco por las tensas cuerdas de su instrumento y el sonido salió de su interior como si fuera una bomba, estallando en cada rincón del teatro y asombrando a cada espectador que oía la maravillosa canción. Sky puso su mano en el traste del violonchelo y colocó el dedo índice sobre una de sus cuerdas, haciéndola vibrar y creando un sonido profundo y lleno de vida cuando pasó el arco sobre él. Después movió con rapidez los dedos sobre otra de las cuerdas, creando un sonido completamente diferente, y acto seguido colocó el meñique sobre otra cuerda paralela a la anterior y que sonó mucho más profunda. La canción de Morricone fluyó con rapidez por el escenario para adentrarse en los corazones de todos sus oyentes, que escuchaban asombrados a la maravillosa Orquesta de Dublín. Uno de los espectadores, escondido en una de las primeras filas del teatro, miraba con asombro a la violonchelista y a sus increíbles movimientos cada vez que esta dejaba escapar una nota musical del interior de su instrumento. Sky McFly tocó con los ojos cerrados el tema principal de "La Misión", saboreando cada momento, cada pequeño instante de la canción. Entonces los violines volvieron a sonar, acompañado a Sky en aquella composición musical y creando un tema mucho más potente y lleno de vida. La violonchelista abrió los ojos y observó al gran público que le escuchaba. En la cuarta fila, escondido entre decenas y decenas de silenciosos espectadores, un chico rubio con una barba de pocos días y vestido con una camisa blanca miraba maravillado a Sky. La chica se quedó muda, moviendo el arco y los dedos a lo largo del traste y del puente del violonchelo inconscientemente, continuando sin quererlo con el tema principal de la melodía. Sky no pudo evitar sonreír cuando Ryan Gretsch, desde su butaca posicionada en la cuarta fila, sacó los dos pulgares hacia arriba en señal de que la chica lo estaba haciendo fenomenal. El chico sonrió a la violonchelista y Sky continuó con la pieza, moviendo ahora sus dedos por el instrumento con mucha más agilidad. Ryan se quedó mirando a Sky durante el resto de la canción: los mágicos movimientos de la chica cada vez que movía el arco sobre las cuerdas, sus rápidas manos moviéndose constantemente por todo el traste del violonchelo, su ondulada y suave melena rubia, cuyos mechones se movían de uno a otro lado cada vez que hacía algún tipo de movimiento para hacer sonar a su instrumento, sus brillantes ojos azules, divisibles solo cuando la preciosa chica abría los párpados y miraba con ternura a un boquiabierto Ryan que miraba sonriente y lleno de pasión a la increíble violonchelista... Sky sonrió a Ryan, y Ryan sonrió a Sky. Los dos se quedaron mirando el uno al otro, anonadados, uno con las manos sobre sus rodillas y otra con sus dedos sobre las cuerdas del violonchelo...

     La canción de Morricone continuó hasta que los violines, las violas, los contrabajos y poco a poco el violonchelo empezaron a disminuir su sonido. En pocos segundos, se hizo el silencio. Sky apartó el arco de las cuerdas de su instrumento y miró a Ryan, que seguía con la boca abierta de par en par. Entonces el chico sonrió y Sky no pudo evitar devolverle la sonrisa. Todo el mundo empezó a aplaudir y el teatro se convirtió en un gran barullo de vítores y aplausos. Los músicos hicieron unas cuantas reverencias para dar las gracias y Sky continuó mirando a Ryan, que se había quedado aplaudiendo aún con la sonrisa en su rostro...

ADLER  COOPER  1 : y el Misterio de la Espada DesaparecidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora