Capítulo treinta. Planes con el demonio.

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Narra Anastasia. 

—No me puedo creer que lo vayan a hacer. Esos dos están mal de la cabeza. —le comenté a Marcos mientras que seguía en el 'estado de negación'.

Hacía tres días de la salida de James y Álex. Después de hablar detenidamente con James, el plan de la hermana de Emily y de la mismísima psicótica, era que sacasen a un preso de la cárcel. ¡De la cárcel! ¡Un preso! Todo esto es surrealista. ¿Cómo demonios van a liberar a un criminal que luego vaya a por nosotros? Porque puede ir perfectamente por órdenes de las susodichas. Encima van a sacar al criminal de una cárcel con alta seguridad y vigilancia. Yo no sé si estos chicos se creen superhéroes o qué, pero es imposible que salgan vivos de esta y yo sigo en el estado de negación, ni si quiera he llegado al estado quinto que es el de la superación. O, peor aún, no he llegado ni al de la aceptación ni mentalización.

¡¿Cómo demonios van a entrar en una cárcel y a liberar a alguien?! ¡Eso es estadísticamente imposible! James comete demasiadas estupideces, no sé si he hecho bien en que me guste un chico así. Y si James es malo, Álex es peor. Ese chico no sé en qué piensa pero mucho debe querer a Ana para aceptar a hacer todo lo que le digan. Seguro que si le dicen que se desnude y se tire a un mar lleno de tiburones y a cambio liberan a Ana, se tira sin dudarlo ni un solo segundo.

Ojalá tuviese yo a un chico así. Pero a un chico que no lo fuesen a matar ahora mismo.

—Aunque no te lo creas, esos dos saben apañárselas muy bien solos. —mencionó Marcos mientras que bebía un sorbo de su batido.

Marcos cumplió lo que dijo y ha estado cuidándome desde que ellos se fueron. Cuando por las noches lloraba (creo que me he quedado sin lágrimas y por eso no soy capaz de llorar más), él estaba ahí abrazándome y sin decir nada; cuando veía que comía kilos y kilos de chocolate, se unía a mí y se quejaba sobre lo dura que es la vida; cuando me veía demasiado deprimida, me llevaba a dar una vuelta e incluso me invitaba a beber unos tragos. Vaya amigo... me incita a la bebida; y, cuando veía que todo se me venía abajo, conseguía hacerme reír.

¿Cómo no me va a causar gracia que escribiese cartas a la persona que quería hasta que ésta le dijese que sí? Tardó seis años. ¡Seis! Me dijo que lo hacía más por rutina que por otra cosa porque, claro, después de seis años esa persona ya ha dejado de gustarte. Tenía once años. Con once años solo te gustan los coches, la psp y la PlayStation. Incluso cuando creces más sigues enganchado a esas máquinas.

Hombres.

También me contó que retó al padre de otra muchacha que le gustaba a un duelo para mostrar su hombría y obligarle a aceptar que podía salir con su hija, además de quedarle humillado.

Ese era el plan. Pero tanto el padre como él acabaron en el hospital durante tres semanas. El padre, por supuesto, se negó en rotundo que su hija saliese con un demente e inconsciente como él.

—Tú deberías haber ido con ellos. —dije señalándolo.

Marcos me dijo que a él no le interesaba en absoluto lo que dijese la loca de Emily y que había tenido solamente encuentros apasionados con ella por su físico y que jamás pensó que fuese una loca desquiciada, aunque bueno, tampoco se enfrascó en conocerla. Y que, de acuerdo, se preocupaba por Ana, pero quién debía luchar eran James y Marcos que habían tenido una relación con ella. Él estaba en la misma situación que ella y no conocía de nada a la morena.

—He preferido quedarme cuidándote. —me sonrió con dulzura a lo que yo rodé los ojos.

—Lo que menos has hecho cuidarme, prácticamente me has querido emborrachar todos los días.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora