Sólo una vez más...

Sus compañeros le advirtieron respecto a los problemas que se avecinaban y como estos mismos sugirieron debía irse por un tiempo de la cuidad, pero debía ir acompañado de alguien más y cuando Avilio se ofreció a ser su acompañante quedó más que satisfecho, la razón? Estaba locamente enamorado de ese hombre de buen aspecto y fría personalidad.

El automóvil se movía a paso lento por aquel camino de tierra, Bruno manejaba muy lento lo que le estaba aburriendo a más no poder, así que solo por jugar un rato decidió molestarle y al acercarse a pisar el acelerador sus fosas nasales fueron invadidas por ese aroma encantador, sudor y algo más que parecía ser su propio olor corporal, a diferencia de cualquier hombre este chico olía realmente bien, paso de seguir olfateando y fijó su vista en ese perfil tan armónico y un tanto delicado, esos segundos de cercanía se le hicieron eternos y en cuanto su pie pisó el acelerador Bruno perdió el control de la máquina y termino chocando contra una cerca de madera y al incorporarse miro con desaprobación al causante del accidente.

El resto del viaje fue lento he igual de aburrido o eso era lo que demostraba el de ojos azules que no hacía más que mirar esa blanca camisa que usaba el de cabellos oscuros, no podía evitar imaginar lo que se encontraba debajo de esta; una piel blanca y suave... Sus pezones... Y entre pensar cosas indebidas se durmió. El sol ya había salido y la suave voz del de ojos amarillentos le despertó.

-...Nero! Despierta o te perderás el desayuno! - Habló para luego jalar la barbilla del contrarió, quien abrió los ojos por el dolor que aquella acción le había provocado.

-...D-Donde estamos? - Habló Vanetti quien se sentó para acto seguido salir del automóvil y encontrarse frente a una cafetería.

-Tengo hambre, apresúrate!- Le habló luego de adentrarse en el local, Nero le siguió y una vez dentro se sentó junto al más bajo y pidió lo mismo que él.

Mientras bebían café y comían wafles Nero aprovecho para hablar con la hermosa camarera del pequeño local, preguntó sobre algún lugar donde pasar la noche y la muchacha le dio la dirección de un hotel no muy costoso.

Desde que habían salido de la ciudad la mirada de Nero se clavaba en su persona, al principio pensó que era su imaginación pero, al pasar las horas este seguía dedicándole miradas en ocasiones con coquetería y de vez en cuando acortaba demasiado la distancia. No le molestaba, es más estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, por alguna razón atraía a los hombres más de lo que quisiera, pero debía admitir que Nero Vanetti era muy apuesto y si no fuese por que estaba en la lista de aquellos que mataron a su familia no abría dudado en acostarse con él en un principio.

Entraron en el hotel y solo había una habitación disponible por lo que decidieron tomarla sin protestas, después de todo uno dormiría en el suelo esta noche y esta más que seguro de que sería él; una vez dentro de la habitación no pudo evitar mirar la enorme cama con cortinas colgantes y a su lado unos muebles que parecían antigüedades de gran valor, se cuestionó el precio del hotel, "Esto no puede ser barato" pensó para si mismo y acto seguido vio como Nero se quitaba la chaqueta y entraba al baño.

- woooh! Este si que es un gran baño! - gritó del otro lado de la puerta, Angelo simplemente le ignoró y se tiró de espaldas en la cama.

Las cobijas eran suaves y cómodas, se acomodó aún más en esa cama y al meter los brazos bajo una de las almohadas, una especie de caramelo rodó por sus dedos y al cogerlo vio que se trataba de un chocolate cubierto por un papel teñido de rojo carmín, sin pensarlo dos veces lo metió en su boca, el característico sabor a cacao se esparció por su cavidad, le sorprendió lo dulce de este pero debía admitir que las cosas dulces le fascinaban y simplemente lo disfrutó hasta que tuvo que tragarlo.