musica

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Adiccion:

Por fin, después de una semana entera de dejar atrás la aventura alocada e inolvidable en Dressrosa y despedirse de nuestro moreno súper guapo apodado" El Cirujano de la Muerte", Trafalgar D. Law. Desembarcaron en una isla veraniega y muy famosa del Nuevo Mundo por sus fiestas diarias. Parecía muy acogedora y nada relajante, parecía que estaba de carnaval y eso entusiasmo a un estúpido chico de goma. Si me refiero a Luffy que decidieron, mejor dicho, ordeno bajar cuando pisaran tierra. Donde hay una fiesta, ahí un motón de comida.

Ninguno se opuso, ya que por una vez en su vida tenía una buena idea y ya que había muchas tiendas donde comprar provisiones, ropa y cualquier cosa. También había un montón de chicas preciosas que alegaron a los hentis del barco. Además, el ambiente era alegre y caribeño. Era muy contagioso. Quien se negaría.

Pero había un diminuto problema y era quien se quedaba a vigilar al Sunny y también a Zoro, que dormía a pierna suelta sin ninguna posibilidad de despertarle, aunque pase un terremoto o un tsunami o las dos cosas a la vez. Sí que tenía un sueño profundo el peliverde. ¿Que estaría soñando?

Así que sortearon quien se quedaría a vigilar. Por desgracias y a fastidio le toco a Robin. Realmente quería bajar ya que les pedía a gritos su cuerpo un poco de diversión y baile, ya que la música era muy contagiosa y te daba unas ganas enormes de mover las caderas. Que lata cuidar al espadachín. Joder con lo que le encantaba bailar y por una vez en su vida que encuentra una isla tropical que parece que todos los días son carnaval, pues que jode mucho. Pero qué le vamos hacer, por lo menos se oía lo suficientemente alto la música para oírla. Era todo rumba, salsa, mambo, bachata... tipo Yandel, Enrique Iglesia, King África, Juan Magan para que os hagáis una idea.

Nami percato la cara de disgusto de Robin, pero tenía que amañar el sorteo por ella. Sabía de sobra que su mejor amiga sentía algo por el Marimo, pero como él era tan grosero y frío con ella, pues nunca sacaba el suficiente valor para liberar sus sentimientos ocultos. Pero era una oportunidad única, aunque le dejara sin bailar, sabiendo que le enamoraba ese ritmo. Pero era la hora de la verdad. No soportaría un día más ver sufrir a su mejor amiga.

Sanji se ofreció unas cuantas veces a sustituirla, ya que no le agradaba que una de sus damas se quedara a solas con el estúpido Marimo. Ella le decía que no era necesario, que no tenía muchas ganas de bajar y esas palabras iban acompañadas con una sonrisa, provocando a Sanji otra hemorragia nasal. Como no.

Después de este pequeño momento, todos bajaron del Sunny despidiéndose de la morena, que ella sonreía disimulando una mueca de fastidio. Nami se las pagaría y con intereses.

Cuando perdió la vista a sus nakamas decidió distraer su mente leyendo algún libro de los suyos en su butaca, pero no hubo éxito por dos motivos.

-El primero: Que la música era tan alta y pegadiza que notaba que estaba en el mismo barco y era imposible concentrarse en la lectura. Por qué tarde o temprano se pondría a danzar como una loca.

-Y lo segundo y más importante: Era que ver a un Zoro sin camiseta y con unos simples pantalones deportivo, pues que no ayudaba mucho con la temperatura. Tenía una perfecta visión de su torso musculoso, y las gotas de sudor lo hicieran brillar, les ponía a cien. Deseaba lanzarse a esos labios que tanto deseaba besar con locura y ansia. Dios era un verdadero manjar para cualquier mujer. Y como dormía con total tranquilidad, le hacía súper tierno y sexy. Era la guinda del pastel.

Dios solo podía morderse el labio inferior, reprimiendo las ganas de lanzarse y que aumentara su temperatura temporal, no a causa del calorazo que hacía, sino por el maldito Zoro.

Adiccion( Zorobin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora