ERIKA
Eran las seis y media cuando llamaron con fuerza a mi puerta.
Salí a abrir y allí estaba, tan guapo como siempre, el vecino que hace que mi corazón se acelere y se ralentice, el único e inigualable Scott Wolf. Me había quedado tan embobada mirándolo, que no había escuchado lo que estaba tratando de decirme, se dio cuenta porque me dijo:
—¿Te acuerdas de que existo? —tenía cara de enfadado.
—¿Qué? —no sabía qué decir.
—Estás ahí, absorta en tus pensamientos, y no me estás escuchando—dio en el clavo a la primera—. ¿Te pasa algo? —me miró con sus ojos verdes entornados.
—Nada, nada, no te preocupes—respondí con una sonrisa.
—¿He hecho algo malo? —pasó de enfadado a preocupado.
—No— negué moviendo la cabeza hacia los lados.
—¿Entonces por qué estás ignorándome? —ahora estaba confuso.
—No te estoy ignorando tonto —seguía un poco embobada.
—Me has rechazado dos veces, he tenido que venir para poder verte, menuda amiga de pacotilla —lo de "de pacotilla" sobraba.
>>Por qué no le dices que quieres ser algo más que su amiga<<
—Siento haberte rechazado Scott, últimamente he estado muy ocupada —me disculpé realmente apenada.
—Hay que sacar tiempo para los amigos Erika —ojalá te dieras cuenta de lo guapo que eres, ¿por qué tenía que ser tan humilde?
—Bueno, dime, ¿a qué venías? —estaba un poco perdida aún.
—Venía a proponerte que diéramos una vuelta.
—¿Una vuelta? —respondí, desprendía alegría por cada poro de mi piel.
—Sí, un paseo, tenemos mucho de lo que hablar, ¿te acuerdas? —preguntó un poco molesto.
—Wolf, es que no sé, estoy bastante ocupada y ...
Entonces vi a un moreno de ojos verdes diferente, decidido, que cogió mi mano y tiró de ella hacia fuera mientras decía:
—Nada de excusas Firenze, nos vamos.
—¿Un poco brusco no? —me quedé sin palabras ante su reacción.
—Me estoy dando cuenta de que si quiero hacer algo contigo tengo que llevarlo a cabo y ya está, porque pedírtelo amablemente no sirve para nada—afirmó con convicción.
—Me gusta el nuevo Scott — estaba muy sorprendida, mi poeta parecía otro, lo que hizo que se me escapara ese comentario. Por suerte creo que no lo oyó, porque seguimos caminando.
—¿Películas favoritas? —soltó de repente.
—Las románticas por supuesto, también me gustan las de miedo—comenté, dándome cuenta de que aquello era algo más que un paseo.
—Cómo no, dulce e inocente, no sé por qué pero lo sospechaba—se rio.
—¿Y tú? —la intriga me pudo.
—No creo en lo que las películas cuentan, prefiero un buen libro, mucho mejor, qué duda cabe —hasta su respuesta era perfecta, a este chico había que hacerle un monumento.
—Cómo no, ahí está tu vena de escritor—sonreí.
—Un poco, pero sabes que tengo razón—sonrió, sacando al exterior sus preciosos y blancos dientes—. ¿Qué libros te gustan? —me preguntó, tuve que esperar unos segundos para poder recuperar el aliento, su sonrisa me había dejado sin respiración.
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Alea Iacta Est La Suerte Está Echada© [YA EN LIBRERÍAS]
Novela JuvenilPara McCain: Tu vida es un sin sentido , no te engañes. Tu hermana se ha ido, tus únicos amigos son los libros que siempre te acompañan, el amor no ha llamado a tu puerta. Por eso, pase lo que pase, despejate caminando hacia la escuela como habitual...