Ciudad Carmín I

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Hono fue a visitar a su familia aquella tarde y Laura se fue a dar una vuelta por la ciudad, ya harta de nosotros. Yo llamé a mi familia, poniéndoles la escusa más creíble que se me ocurrió.

A la mañana siguiente, ya desayunaditos, recorrimos la Ruta 6 con normalidad y sin contratiempos. Vimos una gran variedad de pokémon, un Ekans se enganchó en la bici de Hono, pero no pasó mucho más.

En cuanto llegamos a Ciudad Carmín reservamos dos habitaciones y nos fuimos al S.S. Anne para inscribirnos en el torneo.

–Nombre, número de medallas obtenidas y tres pokémon con los que combatirá. –nos dijo el tío del mostrador, dentro del enorme crucero.

–Laura Tyrell, medalla roca y medalla cascada, Wartortle, Nidoran y...

–¡Y el Squirtle que te intercambiaron, Laura, que se que se te olvida siempre! –dijo rápidamente Hono.

Laura solo tenía dos pokémon, así que Hono le cedió a Squirtle para el torneo para que pudiese participar.

–¡Ah si! Claro, claro. Mi Squirtle...

–Bien, ¡siguiente! –dijo el tipo del mostrador.

–Yo, yo. Eduardo Stark, medalla roca y medalla cascada, Ivysaur, Nidoran y Growlithe.

–Bien, ¡siguiente!

El torneo comenzó aquella tarde, después de la comida, hubo una pequeña ceremonia y después todos los entrenadores subieron a la cubierta.

–¡Saldrá a combatir... –dijo uno de los jueces del torneo– Laura contra John pista 1.

–En la pista 2 –dijo otro juez–  ¡Samanta contra Eduardo!

–Laura, buena suerte, espero verte en la final –le dije.

Los combates eran uno contra uno, con límite de tiempo. Había mucha gente y el torneo solo duraba dos días. Además el barco solo tenía cuatro pistas para los combates.

–Bien, escojan a su pokémon –dijo el arbitro que supervisaba el combate.

–Nidoran, venga, dale una buena paliza –le dije a su pokéball.

–¡Adelante Bellsprout!

–¡Vamos Nidoran!

Ambos lanzamos nuestras pokéball.

–¡Bellsprout, ácido!

Yo me quedé callado.

Bellsprout roció a Nidoran con un chorro de veneno chisporroteante. Pero apenas le hizo daño.

–¡Ahora que está cerca, Nidoran! ¡Mordisco! –exclamé yo.

Nidoran saltó y mordió una de las hojas, arrancándola del tallo, que era el cuerpo de Bellsprout.

El pokémon dió un pequeño grito a modo de queja. Los pokémon planta regeneraban sus hojas continuamente, no era una gran molestia perderlas.

–Látigo cepa, Bellsprout.

La hoja que le quedaba al pokémon se enroscó sobre si misma, adquiriendo forma de tubo, entonces se alargó y lo agitó para golpear a Nidoran.

–¡Picotazo venenoso!

Nidoran se apartó de la trayectoria del ataque y le dio un mordisco al látigo, clavando su gran diente impregnado de veneno.

Bellsprout volvió a su pokéball dolorido.

–¡Vencedor, Eduardo! –exclamó el árbitro.

Me fui rápidamente a la pista 1 para ver el combate de Laura, con Nidoran corriendo detrás de mí.

El Circuito de las Ocho MedallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora