1. Asfixiada, padres...

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- Si papá- él sin hacer caso de mis respuestas, seguía con su típico discursito.

Que si: no hacer nada que arruine su reputación, que no me metiera en líos que lo avergonzaran, bla, bla cosas que no me interesaban, bla cosas que me aburrían, bla espera que me dormía.

- Áriel!, ¿has escuchado todo lo que he dicho?- me miraba con cara de intuir que no era así.

- Pues claro padre, en resumen que me porte bien, ¿verdad?- asintió con resignación.

Estaba a punto de salir por la puerta, cuando la voz de mi querida madre me lo impidió.

- Bueno hija, yo por si no has escuchado a tu padre...- rodé los ojos.

Claro que lo escuché, estaba hablando delante mía, ahora lo de prestarle atención, o ir a hacerle caso, es distinto.

- Madre, de verdad que no hace falta que me estéis repitiendo esto todas las veces que salgo.

- Claro que es necesario Áriel, ya que por lo visto no lo entiendes muy bien.

- Aj, ya tengo veinte años, y me siguen tratando como ha una auténtica niña pequeña.

- Porque al parecer, es como te comportas- eso ultimo, lógicamente de la boca de mi madre, fue la gota que colmó mi paciencia.

Sí, eso, no mi vaso, porque lo que normalmente me hacía muchísima falta con mis padres es paciencia, algo que casualmente no tenía en abundancia.

La verdad es que prefería no seguir hablando con ellos de la manera tan social y educada como lo había estado haciendo, pero en vez de ponerme a su nivel, o decir algo de lo que luego me harían arrepentirme, me fui dando un portazo, algo que según mi madre, era mi hobbie favorito.
Cogí el coche, se podría decir que era mío, pero el simple hecho de que me lo hubieran regalado ellos por mi mayoría de edad, no me inspiraba en ponerle ese título. Ya que sabía que lo habían hecho o para comprarme con regalitos, como siempre, o para hacerle ver a la sociedad, junto con sus amiguitos lo mucho que me querían y consentían, en resumen, todo una máscara de patrañas, mentiras.

En cuanto me monté en el precioso descapotable plateado, que por suerte era así y me encantaba gracias a que los convencí de que lo elegiría yo, si no, lo habrían hecho ellos, como con todo lo demás para controlar mi vida, y estoy totalmente segura de que escogerían uno tipo familiar o así y de color azul marino, SOSOS, pues me entró una llamada que conecté al altavoz del coche.

- Hola chuly, ¿vienes de shopping?- Uh, por la voz era mi amiga Stefanny.

- Hola Stef, estoy bien, gracias por preguntar, y yo también me alegro de oírte.

- Ah ya tontis, en serio ¿vienes o no?

- Creo que no hace falta que te conteste, ya sabes que no me gusta pasar horas recorriendo tiendas- me la imaginaba rodando los ojos mientras me oía.

- Bueno está bien, rara aburrida, ¿y que harás?

- Pues...lo de siempre, aburrirme con rareces para personas raras como yo- de ninguna manera le diría a donde voy.

- Vale, se ve que no vas a da detalles, te dejo que he visto una falda que está..., me quedaría de infarto.

- Está bien, ya hablamos...- se oyó el pitido de que había cortado- luego, también fue un gusto conversar contigo, amiga.

Me fui riendo todo el trayecto hasta mi primera parada, de verdad no sabía que hacerle a esta Stef. Nuestros padres eran amigos y aparte tenían proyectos empresariales juntos y demás, por lo que en un principio fuimos obligadas a ser amigas, luego lo fuimos de verdad, aunque eramos totalmente lo opuesto.

Llegué a mi primera parada y la única que haría antes de mi verdadero destino. Con el mando abrí la puerta del garaje y esperando un poco para comprobar que nadie conocido me veía, entré con el coche.

- Ah, aquí están mis dos hermosuras- bajé del coche y caminé hacia ellos.

Eran Mi coche y Mi moto, sí, míos, a estos sí le ponía ese título porque los había comprado enteramente yo, con mis anteriores ahorros, lo que me sobraba de la Uni y el sueldo que mis padres me daban por hacerle recados en la empresa mientras me iba habituando a ella, ya que según sus planes sería dirigiéndola donde terminaría.

Agité mi cabeza queriendo sacar de ella todas las ideas y planes que mis padres ya tenían completamente organizados para mí, sin darme ni palabra de ellos, y ya ni digamos la oportunidad de opinar. Queriendo alejarme de todo eso, me subí a mi preciosa moto negra con destellos y ondas doradas y salí hacia mi destino de muchos días...

Si, según recordaba hoy la carrera era de motos, aunque con mi también precioso ferrari rojo, no me quedaba nada atrás, pero la de coches era unos días, ahora ganar esa.

Si, según recordaba hoy la carrera era de motos, aunque con mi también precioso ferrari rojo, no me quedaba nada atrás, pero la de coches era unos días, ahora ganar esa

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Áriel Grant, nuestra protagonista, representada por la preciosa Emily Rudd.

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Bien pues llevaba mucho tiempo pensando en esta historia e imaginándola y por fin me he decidido a hacerla.

Espero que guste, cualquier cosa en la que dudéis, o no entendáis del todo, comentadlo.

Gracias😘👑

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