Parte única

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No pudo evitar soltar un gemido, aunque intentó ahogarlo entre sus labios... este simplemente se escapó de su boca cuando los labios de JongIn se adhirieron a su cuello como una maldita sanguijuela.

Sintió como la boca del moreno se plasmó sobre su nívea piel a la altura de sus clavículas y prensó la carne que había allí, succionando con maestría, como si quisiera absorber cada recóndito de su ser a través de ese gesto.

KyungSoo sabía muy bien que dejaría marca, y que sería un maldito problema debido a toda la agenda de trabajo que tenía pendiente, pero no pudo hacer absolutamente nada más que gemir.

Gimió más fuerte, alentando a JongIn a proseguir con su tarea de besar su cuello y seguir el camino que él mismo se inventaba hasta su hombro, dando un par de lengüetazos para después enterrar sus dientes sobre la blandita carne de su hombro.

JongIn estaba hambriento y quería devorarlo todo de KyungSoo esa noche.

Le había quitado la camiseta hacía segundos atrás, y la había arrojado demasiado lejos como para saberlo, aunque realmente la mente de KyungSoo estaba tan en blanco... que no podía pensar en absolutamente nada que no fueran las manos de JongIn bajando peligrosamente por su estómago.

Se removió bajo su cuerpo y JongIn lo apresó aún más, separándole las piernas para que él se pudiese acomodar entre ellas a su gusto, para poder tener un mejor acceso a su cuerpo de cualquier punto.

JongIn gruñó cuando las pequeñas uñas de KyungSoo se aferraron a su espalda desnuda y se deleitó de tener su pecho aún más cerca cuando el bajito arqueó la espalda en un acto reflejo del mar de sensaciones que él le provocaba.

Se sentía satisfecho, se sentía orgulloso de su creación.

Aquella habitación medio oscura, el hermoso sonido de los melodiosos gemidos de KyungSoo esparcidos por todos lados, los jadeos constantes que ambos soltaban con el mero contacto de su piel... todo lo hacía sentirse demasiado especial. En aquel momento no existía nada más, no existía el mundo, nada más que ellos dos, en aquel espacio tan suyo. En aquel mundo tan perfecto que creaban entre estampidas simuladas sobre la ropa, entre caricias apresuradas, impacientes.

Algunas veces, a KyungSoo le gustaba jugar... y JongIn lo dejaba ser, por eso cuando lo sintió removerse una vez más, no dijo absolutamente nada, simplemente se dejó empujar por sus albinas manos, yéndose hacia atrás en un solo movimiento, sentándose sobre el colchón mientras esbozaba una sonrisa provocativa, de esas que hacían que KyungSoo se mordiera el labio inferior.

KyungSoo se sentó con dificultad y lo empujó nuevamente, haciendo que el moreno se fuera de espaldas mientras con cierta dificultad él se acomodaba sobre su cuerpo, pasándole una pierna para rodearlo, haciendo que sus manos se deslizaran con delicadeza por toda aquella piel morena que tenía completamente a su disponibilidad.

A KyungSoo le gustaba besar el cuello de JongIn, le gustaba recorrer su pecho con sus labios, depositando cientos de besos por doquier, mientras el moreno se quejaba y gruñía un poco del placer que sentía. A KyungSoo realmente le gustaba saber que él y únicamente él podía provocar aquel estado en el moreno.

Se meneó sobre las caderas del otro mientras su lengua llegaba hasta su estómago, donde se estancó un buen rato, deleitándose con la tablilla de chocolate a medio hacer que JongIn tenía. Le encantaba aquella parte de su cuerpo, donde los frutos del baile y del ejercicio se notaban... presumía de lo mucho que se cuidaba y de todo lo que era suyo, también.

Siguió moviéndose a un compás lento y torturante mientras sus manos jugaban con toda la piel que le era posible tocar.

ㅡ Hyung... ㅡJongIn soltó después de un suspiro profundo, apretando los puños entre las sábanas al igual que sus ojos.

El nombre de tu amigo ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora