Capítulo 1: Ophelia, la de las seis flechas

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Inicio del Bloque 1


Nos encontramos en el año 820, en Longleaf se vive en paz. Permitidme que os hable de Longleaf. Longleaf es una aldea construida sobre árboles a unos 200 km de Trent, "la capital de los árboles" como se conoce. En Longleaf habitan elfas, pues los varones tienen la entrada prohibida, así como las elfas tienen la entrada prohibida en Trent, pues sólo habitan elfos. Cuando una elfa y un elfo llegan a la edad de 30 años, los líderes de ambos sitios, la elfa y elfo sabios, que son marido y mujer, se reúnen y exilian tanto al elfo como a la elfa, que están destinados a casarse y a vivir fuera en la comarca.

La finalidad no es más que seguir con la especie, pensad que los elfos y las elfas entrenan estilos de lucha diferentes y se les enseñan tareas diferentes desde bien pequeños para, una vez casados, poder ser independientes y vivir su propia vida en pareja. Cuando tienen un hijo o una hija, son enviados a los 2 años en sus respectivas aldeas, donde sus habitantes se ocuparán de educarlos debidamente. Así pues, los padres no tienen ningún rol a partir de los dos años de tener un hijo.

Pues bien, en Longleaf vivía una elfa cuyo nombre es Ophelia, tenía 25 años. Tenía pelo largo rubio y liso. Los ojos eran azules y de piel blanca. Su estatura era media, de 167 cm. Por lo que hace a sus habilidades, era una cazadora excelente, por su sigilo, por su astucia y por su puntería y perfección a la hora de terminar con su presa. Era una elfa introvertida, la verdad es que no hablaba mucho, pensaba mucho y se concentraba y fijaba en todo a su alrededor, muy detallista.

Cierto día, como era costumbre, corrió la voz de que había un cíclope (humanoide gigante de un solo ojo, no muy pacífico) en la entrada de Longleaf

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Cierto día, como era costumbre, corrió la voz de que había un cíclope (humanoide gigante de un solo ojo, no muy pacífico) en la entrada de Longleaf.

- ¡Necesitamos refuerzos! ¡Esa bestia ha acabado con 3 de las nuestras! -dijo una de las guardias mientras disparaba contra el cíclope.

- ¡Ophelia! ¡¿Ophelia dónde estás?!

- ¡Llevadlo fuera de la aldea! -gritó Ophelia corriendo hacia la salida.

Cuatro guardias empezaron a disparar al cíclope llamándole la atención para que dejara de atacar Longleaf. Ophelia untó sus flechas con veneno de cobra, mortal en 10 segundos para una elfa, y se dispuso a atacar.

El cíclope agarró a una de las 4 guardias y la lanzó contra un árbol. Murió al instante. Se dio media vuelta y con un tronco intentó alcanzar a otra de las guardias pero esa se agachó. No sabían qué más hacer para derrotarlo. Sin embargo, tres flechas salieron disparadas a la vez directas al ojo del cíclope, que empezó a gritar de dolor. Ahí estaba Ophelia, disparando sus flechas envenenadas para debilitar al cíclope. En un ataque de ira, el cíclope, con una mano tapándose el ojo, empezó a correr sin mirar como si de un loco se tratara. Ophelia le disparó tres flechas más, una a cada lado de la rodilla derecha, y una en el centro de la misma. El cíclope cayó al suelo, el veneno lo estaba matando y apenas podía moverse.

- Alejaos de él. Voy a rematarlo. -advirtió Ophelia, que se acercaba con precaución a la bestia moribunda.

Le clavó su daga en la sien. Ese monstruo había muerto sin ninguna oportunidad de defenderse ante los disparos de Ophelia.

- ¿Ya... ya está? -preguntaron las tres guardias, temblando de miedo

- Eso creo. -respondió ella.

Ophelia y las otras tres guardias volvieron a Longleaf con el cuerpo de su compañera y con una oreja del cíclope. Todas estaban esperando novedades en el árbol madre, donde vive la elfa sabia.

- Esta chica es nuestra salvadora. ¿Cómo te llamas, jovencita? -preguntó la elfa sabia.

- Me llamo Ophelia, mi señora. -contestó la chica arrodillándose.

- Así que eres la famosa Ophelia... he oído hablar bien de ti. Mereces nuestro más profundo respeto, Ophelia. Suelen atacar cíclopes en Longleaf, pero siempre acabamos llevándonoslos fuera, aunque perdemos a buenas cazadoras en el camino. Tú nos has demostrado ser capaz de acabar con uno de ellos con tan sólo seis flechas, ¿me equivoco?

- Así es, mi señora. He hecho lo mejor que he podido para que no hubiera más muertos. Esta oreja es un obsequio para usted.

- ¡Traed carne y bebida! ¡Esta muchacha es nuestra heroína! -exclamó la elfa sabia.

- ¡¡Sí!! -gritaron todas.

- A partir de ahora serás "Ophelia, la de las seis flechas".

. . .

Se hizo de noche, la fiesta había acabado y las elfas se fueron a sus respectivos hogares a dormir. Ophelia llegó a su casa, agradecida por todo el afecto que le habían demostrado sus compañeras en ese día y se echó a la cama para descansar.

Fuera había un grupo de 6 chicas armadas con arcos y flechas, menos una que estaba desarmada. Disgustadas con la fiesta, especialmente con Ophelia, comentaron lo siguiente:

- ¿"Ophelia, la de las seis flechas"? -dijo una de ellas en tono burleta.- Esa estúpida se cree la mejor. Nosotras tenemos 28 y 29 años, y se va de heroína de Longleaf. ¿Pero qué se ha creído?

- Deberíamos matarla de una vez, menudo asco de cerda. Antes aún soportaba que le tiraran piropos, pero ahora ya no puedo más.

- Sí, matémosla ahora sin que nadie se dé cuenta. Nos desharemos del cuerpo dándole de comer a esos cíclopes.

- Se lo merece. No debería haberles ayudado a esas guardias a acabar con el cíclope. Ha querido superarnos y lo va a pagar caro.

- ¿Entonces la matamos ahora como nos has dicho, Abdiel?

- Deseará no haber nacido, zehahahahaha.

Las chicas habían entrado en la casa de Ophelia, que estaba durmiendo, dispuestas a matarla.

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