Capítulo 30

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El mundo seguía girando, veloz e indiferente, cambiante y a la vez inalterable. ¿En qué afectaba a la imparable cadencia del tiempo el destino truncado de una sola persona?

En nada.

Todo continuaba avanzando como si nada hubiese pasado, y quizá fuese así. El destino de una sola gota no alteraba el curso ni la esencia de un río entero; era pequeña e insignificante en comparación.

Así, al menos, era como se sentía Oikawa Tooru en ese preciso instante.

Afuera el día estaba gris y nublado, como un eco del estado de ánimo del muchacho. Él yacía en su cama con la pierna en alto sobre una pila de cojines, observando el exterior sin verlo a través de la ventana. Su mente estaba lejos de allí, deambulando en escenarios del pasado, reciente y antiguo; incapaz de adentrarse en el pensamiento de un futuro que ahora mismo se le antojaba frustrante e imposible.

En cuanto había caído sobre su rodilla vencida dejó de ser plenamente consciente del entorno, centrado en el punzante dolor que lo atenazaba. Sus compañeros habían corrido a socorrerlo, pero el equipo de paramédicos los había apartado casi al instante para poder atender al lesionado. A pesar de la vista borrosa por las lágrimas de dolor que se negaba a dejar caer, Tooru había vislumbrado a Iwaizumi tratando de llegar hasta él y siendo retenido por sus propios compañeros.

Aquel día Oikawa se perdió el cierre del partido y de la jornada del torneo al ser transportado al hospital. Tras hacerle varios estudios y tenerlo en observación unas horas, lo trasladaron a su casa con indicaciones precisas que debía seguir estrictamente.

"Esguince de rodilla", dijo el médico.

Sonaba simple, pero podía llegar a ser algo grave. Se había salvado casi milagrosamente de que el esguince cortara sus ligamentos, en cuyo caso hubiese ido a cirugía directa; se trataba de un esguince severo pero factible de recuperarse con una correcta terapia de rehabilitación, aunque primero debía pasar una semana con la pierna inmovilizada de forma ortopédica, y aplicándose compresas a lo largo del día.

No obstante, ese no era el problema. Se trataba de un tipo de lesión bastante normal para personas que practicaban deportes con cambios bruscos de velocidad y dirección. En la mayoría de los casos solo se necesitaba una correcta recuperación y rehabilitación. Pero su caso era particular y, tras revisar sus estudios, la advertencia del médico para Tooru había sido contundente:

"Si esto sucede de nuevo, puedes olvidarte de seguir practicando deporte de modo profesional... por un tiempo prolongado."

Debía cuidarse el triple que una persona normal para no volver a tener ese mismo tipo de lesión, o la intervención que deberían hacerle podría dejarlo fuera de entrenamientos intensivos el tiempo suficiente para que su carrera en el deporte juvenil se viera truncada. De hecho, los dos meses que debería pasar en recuperación ya suponían un punto final a sus posibilidades de titularidad en el seleccionado juvenil de volley. Tendría que esperar al siguiente año, con mucha dedicación y suerte.

—Baja de la nube, la comida está lista.

Tooru parpadeó, saliendo de su ensimismamiento. Iwaizumi estaba de pie a su lado, sosteniendo una bandeja con un plato de curry con arroz.

—Puedo levantarme a comer en la mesa, ¿sabes? —se quejó Tooru mientras Hajime le acomodaba la bandeja sobre la cama, con sumo cuidado.

—Come y calla —repuso Iwaizumi.— Ya después deberás levantarte para el baño, no hace falta que fuerces de más la rodilla —arrastró una silla junto a la cama y se sentó hoscamente allí, atacando su propio plato de curry.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora