Alfa: Parte II

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Así que nos dividimos el trabajo, unos arreglando aquí, otros barriendo allá y unos que otros levanto cosas; y, entre todos, como una manada de esclavos pretendiendo dejar reluciente hasta el último rincón de la casa que nos sirvió de disco durante toda la noche.

Allan barría, y yo le ayudaba a apartar cosas que aún permanecían tiradas en la cocina. ¡Era como si un ciclón se hubiese paseado en ese lugar! Justo en ese instante llegó una vez más el chico que intentó seducirme con su masajes, a pedir mi número. Ya se lo había dado y era la decimoquinta vez que me lo pedía, al parecer el alcohol aun no dejaba de hacer efecto en su cabeza, tanto que todavía le nublaba la memoria.

Al terminar de cumplir con nuestros "deberes domésticos" instalamos plática grupal, muchos de los invitados no esperaron el amanecer para irse, sin embargo aún se respiraba aire pachanguero entre los sobrevivientes de la noche.

Y una vez más se soltó con su alucín la chica de casa, su nombre era Ana, y dejaba derramar de su boca miles de locuras delatoras de sus amigos que en lugar de molestarse hacían del instante un momento paródico.

Ana bromeaba con los chicos y entre tantas estupideces y confesiones juntas salieron a relucir sus quejas hacia su hermano, quien era su vecino de cuarto y quien según ella por mucho tiempo le ha interrumpido su amada onírica con "golpes continuos en la pared mientras montaba a una que otra chica". Esa parte fue graciosa, ya que para añadir un toque de drama al asunto Ana imitó con su mano el ruido que emanada de los momentos eróticos de su hermano y sus concubinas efímeras, golpeando un cimiento del comedor que hacía de muro entre éste y la sala.

No podía que faltar ese momento incómodo en donde los presentes se la juegan de periodistas faranduleros y empiezan a preguntar a todos acerca de su vida íntima. Y una vez más Ana, la chica nefasta, salió a la escena, esta vez dirigiéndose a mí.

-¿Es verdad que fuiste novia de Ale?

Todo el mosquero de palabras cesó y dirigieron sus miradas a mí, justo en ese momento me sentí como cuando el sacerdote en una boda dice la clásica "si hay alguien que tenga una razón para impedir esta unión que hable ahora o calle para siempre" y como no es de esperarse entra alguien por la puerta trasera gritando "yo me opongo" y todos los presentes de inmediato y como si ya estuviese ensayado giran sus cabezas hacia el oponente. Justo así me sentí con esa pregunta mientras todos me observaban esperando una respuesta de mi parte.

-En realidad no fuimos novios -contesté- simplemente fuimos amigos con derecho.

Dije la verdad, sin embargo Ale para mí llegó a significar algo más que un simple amigo con derecho, él y yo fuimos eso que la gente acostumbra llamar "novios" sólo que bajo otro término, sin necesidad de bautizarlo como la sociedad suele llamar a una que otra relación común, y aunque lo nuestro no fue necesariamente amoroso, llegó calar tanto mis momentos que aún le recuerdo. Pero tampoco es cuestión de ponernos nostálgicos, ya habrá tiempo para hablar de él.

Justo mientras contesté dirigí una mirada acusadora hacia Luna, al parecer ella hubo hablado un poco del asunto, y como si hubiese leído de mi cabeza subtítulos que amenazaban con matarla por haber hablado del asunto, Luna añadió: -Lo siento, Ana anoche me preguntó y no vi la necesidad de ocultarlo.

En realidad es que Luna no sabe mentir, aun me cuesta creer que a su edad permanezca un poco de inocencia en ella. Yo podría jurar con lágrimas en los ojos que dos tipos intentaron violarme y por eso los maté, aunque haya sido pura necrofilia de mi parte, pero tampoco es para exagerar.

En todo caso Ana alegó que lo mío con Ale no fue ningún enigma, que siempre se nos veía juntos caminando por los pasillos de la universidad.

Me salvó de ser el centro de interrogatorio el hecho de que también le preguntasen a Luna sobre sus amoríos, y así como quien juega a la botella, cada quien fue formulando sus preguntas, nadie se salvó de confesar su lado pasional, digo sentimental.

Noche erótica (una fantasía textual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora