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¿Cómo te llamas?- preguntó Corrine omitiendo la regla de no hablarle a las almas. 
La rata gris la miró con sus ojillos azules.
-Frey -fue la respuesta de la rata luego de un largo silencio.

El hombre no esperaba una respuesta por parte del alma, por lo que al escuchar la voz de la misma volteó a mirarla sintiendo traicionado.

-¡No le hables, Frey! -le ordenó, perdiendo los estribos.

Corrine notó como la locura iba en aumento en el doctor, y sabía que si seguía así no le quedaría otro día.
-Frey -llamó ella con decisión. La rata la observaba con atención- ¿Deseas separarte de tu amo?
-No, claro que no- dijo la rata, con una vocesilla suave y meliflua, casi imperceptible. -Ningun alma querría separarse de su amo.
Corrine contaba con eso, con que el alma no pensara diferente a las demás.

-¿Y entonces? ¿Dejarás que él haga lo que piensa hacer? -siguió.

Una mano del doctor la golpeó en una mejilla, provocando que viera todo borroso momentáneamente.
Pero aun así escuchó cuando Frey respondió.

-Solo hago lo que él quiere -fue lo que dijo.
-¿Y permitirás que te reemplace con Cory? -murmuró la joven cuando el dolor en su rostro fue más soportable.
-Basta- le gritó el hombre-. Ella hace lo que yo quiera...
-No puedes quitarle al alma el derecho de protegerte, pero tampoco puedes obligarla a separarse de ti solo por un maldito capricho tuyo, Geoffrey -dijo, manteniendo la mirada fija en el ratón.
-¿Sabes? No puedo matarte pero si puedo herirte- dijo el doctor. -Así que cierra esa boquita, putana.
-No lo harás, nos necesitas -dijo con determinación, aunque sabía que ella no estaba en el plan del mayor.

La rata la volvió a mirar, algo en sus ojos llamó la atención de Corrine. Esa expresión que Cory ponía cuando le pedía algo que de verdad quería. Cierta nostalgia.

Quiso pedirle que la ayudara, quiso pedirle que acercara un poco a Cory pero no podía hacerlo si Geoffrey seguía observándola porque sería muy obvio y ni siquiera les daría oportunidad de hacer algo más para huir.

Suspiró, sintiendo como el dolor en su rostro continuaba y aún más por la presión del golpe que había recibido Cory.

Si solo pudiera escuchar su voz, sabía que vivía porque podía ver su respiración, pero nada más, necesitaba ayudarlo. 

La rata, Frey, siguió su mirada y negó con la cabeza como diciéndole que nada le pasaba, aun así ella se sentía en agonía. 

Carsú se sentó en una silla y suspiró de cansancio. Diez minutos más y ya estaba dormido. Entonces Frey alzó la cabeza y se hizo un Collie. 

-Solo... trata de no lastimarlo... solo está algo perturbado, necesita ayuda -pidió.

Entonces con el hocico jaló al inerte Cory cerca de ella casi medio metro. 

-Podrá moverse en 15 minutos- dijo entonces y volvió a echarse en el suelo como una rata.

Corrine sólo dijo "Gracias" sin hacer ningún sonido. No notaba que la mueca que había en su rostro era más una sonrisa, aún así se mantuvo inerte en su lugar para no despertar al hombre y en medio de todo el silencio casi estuvo apunto gruñirle a su corazón por sonar tan aprisa y alto para ella.

Sin paciencia esperó algún movimiento, con la mirada yendo al doctor y a su alma.

...

Kellan era de apellido Belleau porque su abuelo había sido francés, aún así solo sabía algunas frases, conocía más el español porque su esposa lo hablaba con fluidez y de seguro sus hijos también lo harían, pero no entendía ni mierda del italiano, por eso su expresión de duda no cambió durante toda la charla, que se basó más en un intimidatorio derroche de violencia por parte de Leanders y de expresiones aterradas de los seis marinos que parecían temblar de miedo. 

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora