Capítulo 5

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Phoebe ayudó a Angy a vestirse en silencio. La apretó el corsé que ella insistió en llevar, aunque ya estaba delgada. La justó la falda para que no se le vieran mucho los zapatos, le hizo un cosido en una manga desigualada y la observó. La cogió de la mano y la llevó hasta el espejo vertical:

—Bueno... ¿qué le parece? — preguntó esperando una respuesta de ella.

—¿Puedo serla sincera, madame Deer? — preguntó Angy algo nerviosa. Phoebe frunció el ceño y asintió no muy segura — ¿Alguna vez ha sentido algo parecido a la soledad aún estando rodeada de personas? — preguntó mirándose al espejo.

Era verdad que la joven Angelica se sentía sola a pesar de estar rodeada de sus hermanas y su hermano mayor, de Winny y las personas que conocía desde que nació. Necesitaba hablarlo con alguien, pero al principio no tenía la suficiente confianza para hablarlo con nadie. Hasta que llegó Phoebe. Como todas las veces que conocía a alguien nuevo, le costaba ganar confianza y simpatía con ella, pero al ver su esfuerzo... se dio cuenta de su error al no intentar conocerla y juzgarla sin conocerla.

—¿Por qué quiere hablarlo conmigo, señorita? Solo soy una modista... y creía que no le agradaba — dijo Phoebe adelantando unos pocos pequeños pasos.

—La he juzgado mal, señorita Authbrey. Lamento mucho mi comportamiento... — bajó la cabeza arrepentida — Pero me gustaría conocerla, si usted lo desea — terminó mirándola con ojos suplicantes.

Phoebe sonrió. Estaba segura que ella solo era una niña falta de atención, con ganas de que alguien se diera cuenta de su presencia y la trataran como a una adulta que no era. La joven volvió a bajar la cabeza jugando con los volantes del vestido.

—¿Sabes, Angy? Creo que solo quieres que te escuchen, ¿no es así? — Angelica asintió sin levantar su cabeza —Cuéntamelo a mi, entonces — la llevó hacia la cama y la hizo sentarse — ¿Te preocupa algo en especial?

—Sí... Belladona — alzó los ojos algo cristalizados y apretó la mano que Phoebe la ofrecía — Desde que nuestros padres murieron, Percy se ha olvidado de nosotras y se ha centrado en la casa y en Belladona. Es la niña de sus ojos mientras que Celine y yo nos hemos quedado apartadas.

—Tu hermano quiere que todas maduréis; Celine ya es casi una mujer, tiene edad suficiente para valerse por sí misma. Y tú estás a punto de ser presentada para la Temporada de este año, por lo que te veo capacitada para conseguir lo que quieras — Angy la miró a los ojos y se los restregó con una mano para evitar derramar sus lágrimas — Angy, tienes que comprender que Belladona tiene seis años y todavía tiene mucho que aprender. ¿Entiendes eso?

—Sí... — contestó la chica con un hilo de voz — Lo entiendo, pero a veces necesito a mi hermano mayor... el que jugaba conmigo y el que me ayudaba cuando cometía un error.

—Entiendo lo que dices, Angy — la rubia levantó la cabeza y la miró interrogante — Sí, yo soy la mayor de las hermanas de mi familia. Cuando Ava nació se centraron en ella y tuve que madurar antes de tiempo. Harán ya diez años del fallecimiento de mis padres, y entiendo por qué hicieron lo que hicieron.

—¿No te sentiste algo desplazada? — preguntó Angelica quitando sus lágrimas definitivamente.

—Claro, igual que todos los hermanos mayores... pero es lo que se tiene al principio. Luego quieres tener más hermanos para guiarles — la apretó suavemente el hombro y Angy sonrió — Disfruta de tu familia antes de que todos toméis caminos diferentes, Angelica. Es mi consejo — la joven muchacha asintió y se levantó para mirarse una última vez en el espejo.

—Es precioso el vestido. Estoy esperando a ver cuál será el de la fiesta del duque — comentó girando sobre sí misma. El vestido le quedaba como un guante. La abrazó y sonrió de nuevo — Gracias, madame Deer.

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