No Aparcar.

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El sudor recorría sus cuerpos y ya no importaba de quien fuera, los vidrios del lugar empañados ya estaban, sus respiraciones eran constantes y agitadas, casi que jadeaban, aún así mantenían el ritmo de su entrega de amor. Todo se había prestado para la ocasión, el lugar, el tiempo, los sentimientos, les adornaba la adrenalina, que difícil era tener un orgasmo y no poder gritarlo como de costumbre, ni siquiera les era permitido un pequeño gemido muestra de la satisfacción del momento.

Vestidos de nuevo, prendieron el coche y salieron del aparcamiento.

Microrelatos del amor, la vida y demàs enigmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora