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Me levanto y voy directo a la heladera, agarro una porción de torta y me dirijo a la computadora para jugar algún juego online de internet, lo se, suena aburrido pero no tengo nada mejor que hacer que no sea comer.

Mientras me atraganto y trato de no perder en el juego escucho que mi mamá se va a trabajar, antes de irse se acerca y me da un beso.

- Casi me olvido, entra la ropa que se esta secando en el patio.

Me da otro beso y se va, a la hora me dirijo a entrar la ropa, me puse mis pantuflas rosas que hacían juego con mi remera que en el centro de mi busto dice "De gran volumen", no es lo único de gran volumen en mi cuerpo. Salgo al patio, por suerte tiene muro lo que implica que ninguno de mis vecinos pueda verme, aunque son todos viejos y de poca visión, tendría que estar a cinco centímetros para que distingan que esa gran pelota es una persona.

Estaba desenganchando la ropa del tendel cuando siento un fuerte golpe al costado de mi cabeza, dejo caer la ropa, cuando me recupero logro ver una pelota de fútbol al lado mio y a eso le sigue que un chico estaba trepado al árbol de al lado.

-Perdóname, no fue mi intención, estaba jugando con mi primito y le di demasiado duro a la pelota, ¿Estás bien?

Me quede paralizada, desde cuando mis vecinos son jóvenes y están buenos, lo único que pude notar era su cara acompañada de una hermosa cabellera negra y ojos color almendra.

- Ey ¿Estás bien? - repitió preocupado -.

Su voz me hizo volver a tierra y darme cuenta de la situación, un chico joven y guapo, una pelota, yo en pijama y mi sobrepeso. Agarre la pelota de fútbol y la lance hacia su patio, al ver que aterrizó en el blanco salí corriendo dejando la ropa tirada en el suelo al igual que mi dignidad.


Ama Cada Extremo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora