Me gusta ver la forma de las manos de la gente. Me gusta observar las reacciones y su actuar ante ciertas situaciones. Me atrevo a decir que soy observadora, aunque hace poco no podía ver si quiera mas allá de mis pestañas...
Me di cuenta, que él fue el mentor de mis ojos.
Yo no sabía observar, me quedaba viendo a la nada como si fuera interesante, pero de la gente...nada.
Ni su físico, ni su actuar.
Pero cuando él se fue, cuando él se fue comencé a vivir de mi vista.
Esa mirada que estuvo puesta en él tanto tiempo, se acostumbro a sus formas y modales. Su mirada hacia la derecha cuando estaba nervioso, su sonrisa de lado mientras hablaba. La forma de sus ojos, de sus manos, de su nariz, de sus hombros, de su cabello. El sonido de su voz, su postura al escribir.
Cada pequeño dato fue guardado con recelo en mi pequeño ser, que distraido no se dio cuenta de lo importante que era en el momento.
Por eso, cuando él se fue, mis pulmones perdieron el aire como mi vista la dirección.
Ahora en busca de llenar el vacío en mi mente, me he vuelto una observadora experta.
Ahora no solo miro a la nada, si no que miro a nadie y encuentro todo.
Y miro la manera en la que alguien camina, porque extraño su balancear.
Y observo con detalle la sonrisa de las personas, porque nunca podré olvidar la forma de la suya.
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Poema de hace 4 años
RomanceMe encontre este borrador de hace varios años, de la primera desilusión amorosa. Y pues...es muy bueno. Leonel, fuiste un hijo de puta.