Maldita y helada locura .Parte 2

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-Mientras tú, que te dices mi discípulo y servidor estés aquí, seré libre de toda imposición que pueda ejercer sobre mí esta tierra-Dijo, con una voz que salió de su corazón, deshizo el musgo y la nieve que la cubrían, y se llevó en llamaradas azules la impureza de la pesadilla que la había ensombrecido.

Se mantuvo en posición fetal mientras las llamas limpiaban las maldiciones e imposiciones de aquel asqueroso mundo. Y al levantarse pude ver la que parecía ser su forma plena.

Su piel era de un azul turquesa oscuro, casi negro, pero brillante como azabache, que casi parecía un espejo.

Su forma parecía totalmente humanoide, pero su cabello plateado y especular, más incluso que su piel y las marcas y surcos de sus articulaciones denotaban su naturaleza. Era una olvidada.

Su cuerpo parecía perfecto. Los surcos y líneas sobresalientes de sus brazos, piernas y abdomen parecían de algún modo las cicatrices decorativas que yo había visto en humanos, pero al coincidir con algunos de sus músculos más importantes, parecía que su función era la de refuerzo, y defensa. Según había oído anteriormente, esos refuerzos de algunos olvidados albergan espinas retráctiles y cristalinas, duras como el diamante.

Sus dedos no tenían uñas, pero las marcadas líneas que tenía por todo el cuerpo, que aparentaban ser tatuajes, pero que seguramente ocultasen más armas naturales, y le permitiesen respirar y alimentarse por cualquier parte de la superficie de su piel.

Aunque dudo que lo necesitase. En su interior podía ver resplandecer la estrella fría, que moraba dentro de su corazón, y cuya luz podía intuir a través de sus costillas, su carne y su piel.

Me encontraba junto a ella, maravillado, y pude verla sonreirme mientras estaba agachada en el suelo. Le tendí la mano, todo esto practicamente inconsciente. Nunca había visto nada igual. Y sólo podía soñar verlo...

Ella tomó mi mano y se puso en pie. Su tacto en realidad no era demasiado frío. No era tan cálida como una mortal, pero su tacto era algo entre la fina porcelana, las nubes y los pétalos de una rosa.

Acercó sus labios de color añil a mi cara, me dió las gracias susurrando y me besó.

Yo sabía que había sido el medio para permitirle liberarse de aquel suplicio, pero también sabía que fácilmente, quizás sin quererlo, podría deshacer ese pacto de liberación, como deshice su anterior decreto sobre mí.

Pareció leer mi mente. O percibir el sentir de mi corazón en el suyo propio, como se supone, solían hacer tanto los entes verdaderos como de falsedad. Y me dijo que sólo lo podría romper voluntariamente, pero lo hizo con una dulzura que me hizo desear arrancarme la lengua para evitar siquiera osarlo....

Su voz era la de una sirena. Más bien la de la diosa de todas las sirenas....No podía retirar la vista de su cuerpo perfecto....

Dió un par de vueltas, mirando a un lado y a otro, observando toda aquella tierra de horror, donde confusas criaturas, que parecían escondidas en el propio humo de sus cuerpos ardientes, y en la sombra de sus propios miedos, acechaban tras afiladas rocas y pilas de huesos, columnas derrumbadas, harapos y zarzas y árboles rotos y muertos.

Parecía confusa. Quizás estaba cegada por todo aquello, hundida en la desesperación.

Pareciendo recordar lo hecho hasta el momento, se inclinó ante mí y me pidió perdón.

Pero todo aquello me pareció demasiado extraño y confuso.....

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2012 ⏰

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