Caminar entre la gente siempre ha sido su peor pesadilla.
A veces simplemente era su imaginación. A veces la gente realmente no volteaba en su dirección y si lo hacían, ni siquiera miraban dos veces. Sin embargo Sophie siempre caminaba con la cabeza baja, concentrándose en sus pasos y moviendo siempre los dedos de sus manos, como si estuviera tocando en su piano una de sus canciones favoritas, evitando tener que cruzar miradas con alguien. En el pasado había tenido una serie de encuentros desagradables con personas igual de desagradables que le habían arruinado lo suficiente la autoestima como para no querer tener que repetir esa clase de eventos.
Pero llamaba la atención irremediablemente cuando caminaba en lugares públicos. Tal vez era su caminar pausado que ella consideraba torpe y tonto. Tal vez eran sus movimientos nerviosos con los dedos, aquellos que ella odia tanto por hacerla parecer una loca, pero no puede detenerlos porque son parte de ella. O tal vez son sus ojos azules que lucían enormes en su rostro.
Es un poco reconocida en la ciudad. Sale en los periódicos de vez en cuando, siempre con un titular positivo para su carrera como pianista, pero a pesar de eso todavía parecía no encajar.
Siendo músico, casi siempre tenía que lidiar con esa gente. Ya sabes, el tipo de gente que dice cosas como "¿Por qué mejor no consigue una carrera de verdad?", "Se va a morir de hambre", "Ni siquiera es tan buena".
Estaba acostumbrada a escuchar ese tipo de comentarios, por supuesto. Es una ciudad pequeña y las noticias corren rápido. Si algo había aprendido Sophie durante su infancia y gracias a sus padres es que si eres diferente, estás mal y nadie te aceptará por no ser como ellos.
Sin embargo, a pesar de estar acostumbrada a todo eso, no significaba que no le hiciera daño. Ella siempre ha sido una chica frágil y fácil de romper. Vivía acomplejada consigo misma; especialmente con su música y su vida. Y aunque intentaba no darle importancia a las opiniones de los demás, siempre le hacían más daño del necesario. Y sin sus padres para apoyarla, o cualquiera en lo absoluto, se daba ánimos ella misma.
Ella caminaba por la cuidad cuando por fin logró salir del bullicio de gente que se paseaba por las transitadas calles a esa hora del día y entra en el metro con destino a su hogar. Ahí había menos personas y finalmente sentía que podía respirar.
Miró disimuladamente a su alrededor para ver qué tantas personas había en su vagón y sólo pudo encontrar un par. Eso estaba bien para ella. Suspiró y entrecerró los ojos mirando por la ventana. Sus dedos empezaron a moverse sin su permiso. Las melodías venían a su cabeza sin poder detenerlas. Era una melodía sencilla, de las primeras que aprendió a tocar ella misma, su favorita de todas las que sabía tocar. Se sentía totalmente libre ahí mientras las notas volaban en su cabeza y movía los dedos por encima de la mezclilla de sus jeans desgastados. Como si nada más importara.
—Perdona... —dijo una voz masculina mientras le tocaban el hombro. Ella lo miró. Es un chico, tal vez de su edad o un poco mayor, con el cabello corto y castaño oscuro, la tez blanca y ojos verdes. "Muy lindo", pensó para sí misma—. ¡Te conozco! Leí sobre ti en el periódico hace unos días. Eres Sophia Middle, ¿no? La chica que toca el piano.
—Uh... sí, esa soy yo —contestó ella con una media sonrisa. Ese chico y su energía le ponían los nervios de punta—. ¿En qué periódico leíste sobre mí?
—En el local —soltó con facilidad y sin quitar su sonrisa—. ¿Realmente eres tan buena? —preguntó y las dudas saltan hacía Sophie. Tal vez él era uno de esos tipos de disfrutaban burlándose de ella, a los que estaba tan acostumbrada, pero algo en su mirada le inspiraba confianza, así que se arriesgó.
—Es lo que dicen —se encogió de hombros intentándole restar importancia a la única cosa que la mantenía viva. La música.
—Me gustaría poder escucharte algún día. Llevo unos cuantos días viviendo aquí y fuiste lo primero que llamó mi atención al llegar —comentó haciéndola sonrojar—. Me encanta tu trabajo. Debe ser difícil probar tu talento frente a los demás y te respeto por hacerlo —volvió a sonreír.
—Sí, es un poco difícil... pero lo superas tarde o temprano —contestó Sophie con la mirada en el sucio suelo del metro. Ella no lo había superado aún.
Levantó un poco la mirada para dedicarle una sonrisa al chico, y luego cayó en cuenta de que está a punto de llegar a su estación. Se puso de pie, aferrándose a las correas de su mochila sin darse cuenta de que aún seguía tocando teclas de piano imaginarias, y luego lo miró—. Yo bajo en la siguiente estación. Fue un placer conocerte, en serio. Gracias por tu comentario, fue muy agradable —se sonrojó y le tendió la mano—. No hay muchas personas por aquí que piensen igual que tú.
—Qué mal por ellos por no saber apreciar tu talento —aceptó la mano que Sophie le tendía y la estrechó—. Fue un placer conocerte, Sophia.
—Oh, puedes llamarme Sophie. Sophia nunca me ha gustado. Ya nadie me llama así —murmuró apenada—. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
—Jesse Morrison, pero todos me llaman Jess —se sonrieron una vez más y soltaron sus manos cuando las puertas del vagón se abrieron—. Nos vemos después, Sophie.
—Nos vemos, Jess.
Y sin más sale por las puertas y estas se cierran detrás de ella.
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stayinvisible_
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"Casi" nunca es suficiente.
Teen FictionEn otra vida, Sophie y Jesse tal vez podrían estar juntos. Pero por ahora, deben mantenerlo oculto. -historia terminada- stayinvisible_