Amor Adolescente (Blam boyxboy)

CAPÍTULO 21: LA PRIMERA VEZ

CAPÍTULO 21: LA PRIMERA VEZ

Blaine y Sam entraron en la casa del primero cogidos de la mano. Los dos estaban nerviosos y no sabían qué hacer o decir. Todo estaba en silencio y a oscuras, algo que no les sorprendía porque nadie estaba allí. Eso aumentó sus nervios porque sabían lo que estaban a punto de hacer. A pesar de eso, estaban totalmente convencidos del paso que iban a dar.

No estaban nerviosos porque estuvieran preocupados por lo que sentiría el otro o porque tuvieran dudas de si estaban preparados. Sabían que se amaban, aunque no hubieran pronunciado las palabras "te quiero" todavía y confiaban tanto en el otro que no dudaban de que fuera el momento idóneo.

Los nervios eran porque no sabían como iban a hacerlo, porque les importaba tanto el otro que temían hacerle daño o ser una decepción. Las inseguridades propias de la adolescentes reflejadas en su comportamiento. Por más que quisieran evitarlo, era un terreno nuevo para ambos y no sabían como comportarse

Subieron a la habitación del moreno para sentirse más cómodos, sin separar sus manos ni un segundo. Sin embargo, los nervios se notaban tanto que sabían que, de seguir así, podrían acabar haciéndose daño, por lo que tenían que cambiar la situación cuanto antes.

– Podríamos... Descalzarnos y tumbarnos en la cama... – Las mejillas de Anderson estaban algo sonrojadas por la idea de hacer lo que estaba a punto de hacer.

– Buena idea.

Los dos se quitaron los zapatos, las pajaritas y las chaquetas del esmoquin antes de tumbarse en la cama, de lado, uno frente al otro, mirándose a los ojos con mucho amor. Como no sabía que más hacer, Sam decidió poner su mano en la cintura del otro. El movimiento fue muy sabe pero mandó una corriente eléctrica por todo el cuerpo de Blaine, que cerró los ojos y suspiró.

Al ver tan a gusto al moreno, el rubio volvió a tomar la iniciativa y se acercó más a él hasta que juntó sus labios en un beso suave. Ni siquiera utilizó la lengua, sólo era una lenta caricia con los labios, algo que parecía demasiado inocente para las intenciones que tenían ambos para esa noche. Sin embargo, parecía que era el comienzo perfecto para su momento a solas.

Ese beso fue intensificándose poco a poco. Primero con una caricia con la lengua, luego con esa misma lengua entrando en la boca del otro. Poco después los dos estaban totalmente desesperados por estar más juntos, por sentir más al otro.

Después de sotar tres botones, el Warbler abandonó esos labios tan dulces que tanto le gustaban para bajar a su cuello, investigando qué lugares eran más sensibles para su amigo y como podía aumentar su deseo, aunque sabía que no era necesario.

– Blaine...

Evans sólo podía susurrar, casi suplicando que avanzara más deprisa. Empezaba a sentir que no aguantaría tanto y que acabaría siendo una decepción para el otro, algo que le ponía aun más nervioso.

– Confía en mí, ¿vale? – Anderson comprendió los nervios del otro y se dio cuenta de algo. Si los dos tenían miedo de no hacer disfrutar al otro, ninguno de los dos disfrutaría de ese momento. El otro asintió, le confiaría su vida porque sabía que lo cuidaría con todo el amor del mundo.

Al final, los dos acabaron perdiendo el resto de la ropa entre besos y caricias. Todo estaba siendo muy lento porque los dos querían que eso fuera una demostración de amor y no simple sexo.

Había alguna cicatriz en el cuerpo del moreno, recuerdo de la peor noche de su vida, pero ni siquiera eso era suficiente para que al otro le pareciera menos perfecto. Simplemente sería algo que les transportaba a un momento malo de sus vidas, aunque también un recuerdo de todos los obstáculos que habían superado y que habían encontrado su camino para estar juntos.

Después de entregarse en cuerpo y alma, los dos se quedaron mirándose, sonriendo como nunca lo habían hecho antes en sus vidas. Sam rápidamente lo abrazó y besó su frente, casi en el comienzo del cabello. A ninguno de los dos les molestaba la incomodidad que podía producir la situación. En esos momentos, sus sentimientos eran mucho más importantes.

– ¿Cómo te sientes? – Blaine preguntó.

– Feliz... Te amo...

– Yo también te amo...