¿Tonta... yo?

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Desde muy temprana edad esa pequeña avecilla supo que era algo diferente a las demás aves que rondaban en su hogar, su padre no lucia como ella, su plumaje azul intenso y esos ojos tan agudos, escrutaban en la noche más allá que los cálidos ojos de búho que su padre portaba.

A los años aprendió que había cosas que no podía hacer delante de otras aves, cosas prohibidas. Entonces su mundo se fue reduciendo y su brillante azul desapareciendo ente lo cotidiano y normal, aunque admiraba al gran búho que cuidaba de ella, estaba segura que no era igual a él, lo sentía en las tiernas y suaves miradas de reproche que le daba, claramente no era por maldad ni mucho menos, pero hacer cosas extrañas, cosas nuevas asustaban a otros.

Fueron pasando los años hasta que un día el búho no pudo mantenerse al margen y aunque le dolía separarse de su avecilla, decidió enviarla a un lugar al mejor, más adecuado para ella.

Volaron lejos para llegar a un lugar distinto, donde el búho era el diferente y ella, ella era similar a las otras aves azules, aunque no solo había aves, leones, serpientes y tejones, los más viejos eran gato, ciervos, otras aves pero todos ellos se veían sabios e inteligentes.

—Este es tu lugar...

Esas palabras calaron en corazón de la avecilla, que nunca antes se había sentido tan feliz, apenas había pisado las piedras de aquel castillo cuando una serpiente se cruzó en su camino, asustada retrocedió, nunca antes había visto una, nunca antes estuvo tan cerca de una pero sus ojos eran tan brillantes, sus escamas relucían como el oro, era hermosa.

Una suave disculpa, un leve sonrojo de su parte y un tímido siseo de él. Con los días fue conociendo a cada habitante de ese lugar, su hogar estaba con las aves azules, los tejones, los leones y las serpientes tenían sus propios hogares, entonces cada ciertas horas en el día se juntaban a escuchar a los mayores, era necesario aprender cosas para esa nueva vida, cada uno tenía sus dones y habilidades pero no todos se llevaban bien, los leones y las serpientes siempre peleaban, los tejones a veces eran muy pasivos y sus compañeras aves muy competitivas, en realidad muchas veces se sentía agobiada y fue entonces cuando la amistad con esa serpiente surgió.

Eran amigos pero solo ellos lo sabían, no era muy bien visto relacionarse con las serpientes, mucho menos ser buenos amigos. Pero aquella avecita era feliz revoloteando a su alrededor, y en invierno cuando la serpiente perdía el calor del sol ella solía acurrucarse a su lado y prestarle el suyo, el miedo y las advertencias de los demás poco le importo pero que se sentía ten unida a él.

Los años pasaban y entre más tiempo compartían eran felices, lo fueron hasta que su amistad fue descubierta, lo cierto era que ella desconocía todas esas normas y reglas que algunas especies mantenían; "No hay que relacionare con otras especies"

Eso fue lo que él le dijo, las serpientes con serpientes, las aves con las aves, y así sucesivamente. Le rompió el corazón, el avecilla azul lloro y se lamentó de sus plumas, si fuera serpiente ella podría estar con él, pero no lo era... era solo un ave.

A veces lo veía por los pasillos y entre los árboles, pero no deseaban problemas y respetaban la distancia impuesta. La avecilla comenzó a relacionarse con otros y fue feliz, por un tiempo alejo su mente de esa serpiente, y una nueva entro a su vida, aunque era diferente, algo cruel y maliciosa, muchas veces la mordió, aunque luego se disculpaba por sus actos haciendo que ella la perdonara, pues le parecía cautivador y en cierto modo le recordaba a él.

Pero las cosas aumentaron de nivel, las mordidas y los actos crueles se hacían más frecuentes y las disculpas junto a las lágrimas también, fue entre uno de ellos llantos que aquella serpiente volvió a ella y basto con un par de palabras para hacerla reír y sentirse bien.

Otra vez a escondidas la avecilla y la serpiente se hicieron más amigos, y descubrieron que no era solo amistad lo que los única, sino algo más intenso.

Descubrieron amor en las horas solitarias, amor en los ojos y en las palabras, pero trágicamente no era correcto, ambos lo sabían y aun sabiendo que no tendría futuro desearon intentarlo.

La avecilla voló lejos de aquella serpiente, tal comolo imaginaron. No tenía sentido ese amor, esa necesidad de estar cerca, ya queno podían, apenas las otras serpientes descubrieron el engaño los padres de élfueron puestos en aviso, la hermosa relación se cortó. Aunque las lágrimas eranesperadas, fue la avecilla quien más sufrió, pensando que quizás él se opondríaa perderla, pero él simplemente la alejo, la dejo escapar y esconderse en suantiguo nido, donde no era feliz ni aceptada pero al menos estaba lejos, lejosy a salvo. 

Un Águila Tonta y una Serpiente TímidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora