Capítulo 2

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El chico no decía nada ,solo me miraba como si fuese un experimento extraño y, eso, me ponía nerviosa.

—¿Es que no piensas hablar o qué?— me puse nerviosa y me apagué más hacia la pared detrás de mi—Voy a llamar a la policía como no te vayas de aquí.

Cogí mi móvil de mi bolsillo y empecé a marcar el número. Pero, antes de que pudiese realizar la llamada, el chico me lo arrebató  de las manos tirándolo al suelo. Un escalofrío se apoderó de mi cuerpo haciendo que me quedara en el sitio aterrorizada. Nunca había tenido tanto miedo como ahora. Entonces el extraño abrió la boca por fin.

—Lo siento pero eso no te hará falta. Necesito que cojas ropa y cosas necesarias— el chico de ojos azules se rascó la nuca mientras daba un paso hacia mi—te vienes conmigo.

-¿Qué? Yo no me voy a ningún lado ¿Quién mierda te crees que eres?— le empujé lejos de mi—Fuera de mi casa.

—Vaya, tienes carácter—dijo con una media sonrisa sin mostrar sus dientes— Coge tus cosas y vamonos ya, no me hagas repetírtelo otra vez Victoria.

Sabe mi nombre. Pero quién es este. ¿Qué hago? Me quedé un minuto pensando algún plan y sólo se me ocurrió algo insignificante. Al menos lo iba a intentar. Señalé detrás de él haciendo que él se girara y aproveché para empujarle y bajar lo mas rápido posible por las escaleras. Justo cuando iba abrir la puerta de la entrada el chico me cogió de la muñeca y algo puso en mi nariz. Ese olor. Todo empezó a ponerse negro. No podía mover ni un solo musculo.

**

Me desperté en un lugar extraño que no conocía. Era una habitación con la pared de madera. Estaba un poco oscura y solo era iluminada por los rayos de luz que traspasaba por la ventana grande que tenía a mi derecha. Antes que pudiera inspeccionar más la habitación la puerta se abrió. Otra vez ese chico.

—Veo que ya te has despertado—me mira—he cogido alguna ropa tuya y algunas cosas que necesitarás.

No quería hablar. Solo tenía miedo. Miedo a que podía hacerme este chico, que por alguna razón, conocía mi nombre. ¿Qué quería de mí? Lo único que quería era irme a casa o estar en la biblioteca leyendo libros como hacía todas las tardes.

—Estarás extrañada por todo esto, así que te explicaré — el chico se sentó a una esquina de la cama—  sé que todo esto te va a sonar extraño pero, no eres quien crees que eres, ni tu familia era la tuya. Tu perteneces a una familia poderosa. Verás, un tatarabuelo tuyo era el mago mas poderoso del reino. Y tú has heredado su magia por lo que ahora vivirás aquí. Estas en un mundo muy lejos de tu planeta y se llama Ágatha, se compone de...

— Espera,¿qué? —interrumpí— ¿Estas de coña, no? La magia no existe y yo tengo que volver a mi casa, quiero que me lleves si no quieres problemas con la policía. Estas loco y necesitas un médico.

—No estoy de broma y necesito que me escuches —me miró seriamente—tu vivirás aquí a partir de ahora,  bueno, no en esta casa porque es mía. Vivirás en la academia para magos que es también una residencia.

—Y...¿cómo puedo creer lo que dices?

—Lo sabrás. Ya es mucha información, por ahora. Ven conmigo ,tienes que comer algo.

Dudé un poco, pero algo me decía que ese chico no me mentía por muy misterioso y escalofriante que fuese. Fuimos a su salón y nos sentamos en una gran mesa de madera redonda donde había mucha comida. El chico me señaló con la cabeza para que comiese. Durante ese rato solo nos limitábamos a comer.

Después de comer el chico se iba de casa por una hora. Por lo que aproveché para escaparme. Pero habia un problema. Mierda. La puerta principal estaba cerrada con llaves y, las ventanas eran demasiado grandes. Tan grandes que me recordaba a la Iglesia que estaba a 10 minutos de mi casa. Subí escaleras arriba y me encontré con un pasillo muy largo con cuatro habitaciones en respectivos lados. Abrí la primera a mi derecha pero en esta no habia ventana y solo se encontraba un baúl viejo de madera y estanterías vacías colgadas en la pared. Decidí abrir la puerta de enfrente y maldije por ser un pequeño baño con una ventana más pequeña que mi cabeza.

Seguí abriendo las demás puertas pero ninguna ventana era lo suficiente grande para poder pedir ayuda o escapar. Solo me quedaba una. Por favor que ésta tenga algo para ayudarme. La abrí cuidadosamente pero, lo que me encontré allí, me dejó estupefacta. Era la habitación más grande que había visto. Había grandes estanterías de libros, tan altas que llegaban al techo. Aquello me recordaba a una pequeña sección que había en la biblioteca. Eso me hizo sonreír. En una pequeña esquina encontré una pequeña escalera en forma de caracol y las subí. Increíble. Me encontraba en una especie de terraza rústica. Como si fuese la torre de un castillo. Las vistas que podía presenciar era lo más bonito que había visto jamás. Un paisaje con grandes robles, pinos y demás. Lo bonito era que todo esta cubierto de nieve. Y por el horizonte podía divisar unas montañas también empapada de nieve. Joder, parecía que estaba en Invernalia y me sentía como una Stark.

Ojalá Julia estuviese aquí, conmigo. 

ÁgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora