Llegué a casa cansada. Aquel día había hecho la prueba de acceso a la universidad, y pese a que había pasado los diez días anteriores al exámen estudiando, no estaba completamente segura de que me hubiera salido tan bien como deseaba. De todas maneras, ya estaba hecho y ahora me tocaba descansar; era viernes, pero el plan que tenía en mente consistía en descansar sobre el cómodo sofá aterciopelado de mi habitación con un chocolate caliente en mi regazo. Lamentablemente, desconocía lo que estaba por llegar.
Cuando entré a casa, como de costumbre, saludé a mi madre sin acercarme a ella para llegar a mi habitación y poner a cargar el móvil. Una vez que móvil estaba cargando en la mesilla de noche, fui a la cocina para saludar como siempre a mi madre. En el momento que crucé la puerta, me sorprendió no ver a mi madre con la felicidad que posee de normal. En su rostro había una expresión un tanto extraña, no triste, sino perdida; era como si estuviera ausente, creo que esa sería la expresión de un niño traumatizado que regresa a casa tras varios años encerrado en un lugar lejano.
-Cariño, ven siéntate. -me dijo haciendo un intento de sonreír con intención de animarme y que la expresión de preocupación desapareciera de mi rostro--Qué ocurre, mamá? Si es grave, por favor ve directa al grano.
-No es grave. Esta mañana ha llamado tu padre, me ha dicho que lamenta mucho lo que nos hizo hace seis años, y que estas navidades vendrá a visitarnos, con su mujer y el hijo que comparte con ella.
Cuando escuché las palabras de mi madre, me quedé prácticamente igual que ella. No podía creer que después de que nos dejara hace seis años ahora fuera a volver, además con su nueva familia nada menos!
No sabía muy bien como sentirme al respecto, así que tras darle un beso a mi madre,y ponerme encima de la camiseta la sudadera de "okay, but first coffe", ya que por la tarde hacía mucho frío, aunque que se puede esperar, estamos en diciembre, decidí salir a dar un paseo, sin siquiera haber comido, a lo que mi madre no puso ninguna oposición, supongo que porque la situación lo justificaba.
Salí a la calle, y una fría brisa de diciembre me acarició la cara y el pelo. Dejé escapar un suspiro cargado de todo y nada a la vez, pues a pesar de que había recibido una noticia complicada de afrontar, no sentía prácticamente nada.
Me dirigí a las afueras de la localidad, quería pasear en lugar donde no hubiera nadie, nada.
Cuando llevaba aproximadamente media hora caminando, un trocito de papel con la dirección de correo electrónico de un profesor al que tenía que enviar un trabajo se desprendió de mi bolsillo y salió volando hasta depositarse en el otro lado de la carretera.
Me dispuse a cruzar para cojer el papel, y justo cuando estaba en mitad de la carretera, un coche que estaba a apenas dos metros de mí, frenó en seco mientras una voz masculina gritaba desde el interior del vehículo.
Rápidamente di un saltó para acabar de cruzar la carretera a tiempo, pero tropecé con una piedra, cayendo justo al borde del asfalto.
En ese momento, el chico salió del coche corriendo hacia mí, preocupado. Cuando lo observé detenidamente mientras se acercaba, vi que tenía el pelo color café, descuidadamente peinado hacía arriba, y unos ojos color azul celeste de los que cualquier persona se enamoraría.Supongo.
-Estás bien? -me preguntó al tiempo que me daba la mano para levantarme-
-Si, gracias, perdona por haber cruzado sin mirar, esque hoy estoy un poco distraída, y no te había visto . -dije mientras me deshacía del polvo de los brazos que se veía bastante en la sudadera negra; no lo entiendo: aunque te manches de lo mismo, al final la ropa negra acaba blanca y la blanca acaba negra.
Me quedé mirándolo fijamente a los ojos, pero enseguida me sentí tensa e intimidada , así que dirigí mi atención a la herida que me había hecho en la rodilla,que a pesar de ser diciembre estaba al descubierto, gracias a los dichosos rotos de los pantalones.
-Lo siento, debería haber pitado al verte, y además te has hecho daño... -dijo con una mirada un tanto triste fijada en mi herida- Déjame que te reconpense.
-Recompensarme? -dirigí de nuevo la mirada a sus ojos -
-Si... siento que te lo debo.
- Lo siento, pero no, gracias, de verdad estoy bien. -le contesté con sinceridad-
-De acuerdo, como quieras. Por cierto, como te llamas? -preguntó mirándome fijamente con un aire curioso, haciendo que de nuevo me sintiera intimidada-
-Bridget. Tú puedes ahorrarte la presentación, me gusta no saber cómo se llama la gente nueva.
-Bueno, pues entonces hasta la próxima, y ve con más cuidado, Bridget . -Me dedicó una sonrisa extraña, no sabría definirla; pero me gustó, mucho, quizá demasiado. No era una sonrisa traviesa, ni una dulce, tampoco era de felicidad, y no la definiría como una sonrisa de satisfacción. Simplemente era una sonrisa diferente, cuyas emociones que ocultaba desconocía.
Permanecí allí, a un lado de la carretera, observando cómo se alejaba lentamente hacia el interior de la ciudad, escuchando cómo disminuía el ruido del motor.
Cuando desapareció por completo,continúe
paseando por las afueras de la ciudad sin pensar en nada, ni en nadie; sólo estábamos el viento y yo, que para mí gusto ya era bastante compañía.
Cuando habían pasado ya dos horas, empecé a tener hambre, normal pues no había comido nada desde por la mañana; de todos modos, ya era tarde así que decidí ir volviendo a casa. Caminé hasta entrar de nuevo en la ciudad, pasé por al lado de un Dunkin' Coffee, y en ese momento acudieron a mi mente un montón de recuerdos; cuando tenía 10 años solía venir aquí con mi padre después de salir del colegio, nos lo pasábamos genial. Pedíamos bebidas frías aunque fuera invierno, para ver quien aguantaba mejor el frío,y siempre acabábamos muertos de risa y con las comisuras de la boca heladas. Al recordar esto último una lágrima amenazó con salir por mis ojos, pero por suerte, el orgullo y la razón la detuvieron a tiempo. Pasados unos segundos decidí finalmente entrar a por un bollo y una bebida, me moría de hambre.
Mientras esperaba en la fila, observaba los grandes y llamativos carteles con las opciones que tenía por elegir, sin dirigir mi atención hacía cualquier otro sitio, hasta que la dependienta, que aunque parecía amable era un poco antipática, me llamó la atención porque ya me tocaba. Al final me decanté por un café con leche y un donut de azúcar rosa con virutas de colores.
Pagué y justo cuando me dispuse a salir del establecimiento, escuché una voz proveniente de detrás de mí:
- A mi también me gustan esos donuts. -resaltaba el contraste entre la tranquilidad de su voz y el susto que yo llevaba en el cuerpo-
Enseguida me giré, esperando que fuera alguien de clase, pero cuando lo vi, me sorprendió mucho, ¿qué hacía aquí?
-¿Cuánto tiempo llevas detrás de mí?
- Pues... detrás de ti, poco, pero en la cafetería estoy prácticamente desde después de verte en la carretera, Bridget .
Volvió a dedicarme una sonrisa igual que la de antes, una que nunca antes había visto en nadie.
Justo entonces me dí cuenta de que se me estaba cayendo el café por la camiseta.
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Estrellas.
Short StoryTodos los mundos que seas capaz de imaginar detrás de unos preciosos ojos grises.