El presente desgastado

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Era el pitar de la locomotora para mucha gente del campo y la cuidad como un reloj señalando el tiempo de las cosas que había que hacer, marcaba nuestra rutina, siempre a una misma hora todos los días.

Nicolás me muestra un hueso, probablemente del esqueleto de un caballo, imaginándolo parte de uno de aquellos gigantes dinosaurios que existieron hace millones de años ¿será que agarrará para la paleontología cuando sea grande? me pregunto en mi mente. Isabela, en cambio, junta florecitas mientras Emanuel junta piedritas cuidadosamente elegidas para valla a saber qué.

—Abuela, ¿y ahora cómo seguimos? —me preguntan.

Los niños dicen que es lindo recorrer el abandonado camino de hierro. Un poco más adelante se descubre un camino que baja abruptamente por la izquierda, los niños imaginan un tobogán y, desviándose solo un poco del camino, se deslizan por el sendero riendo alegremente; yo los sigo. Es un momento vital y alegre rompiendo el silencio rural del paisaje y los veo a través de eso, de ese vital descargo de alegría, Nicolás como un fósil, escondido y recubierto por el tiempo, con la capacidad de mantenerse intacto, de conservarse y cuando se logra encontrarlo, cavando hasta lo más hondo de su ser, produce la satisfacción inmensurable que se consigue cuando se tiene la certeza de descubrir algo de gran valor. Isabela, la mayor, tiene la habilidad de, a pesar de su corta edad, florecer de cada situación que ha tenido que enfrentar. Al igual que las flores ella sabe que algunas estaciones pueden destruir sus pétalos, pero cuando la primavera se avecina nada puede detener su esplendoroso florecer, gracias a sus raíces. Emanuel, apenas un niño pequeño, es capaz de mantenerse intacto y fuerte, como las piedras, a pesar de las situaciones que tiene que enfrentar junto a sus hermano mayores. Casi puedo verlos en el futuro, gracias al imaginario de mi mente, cuando el tren retome las vías y siga su marcha, los tres unidos, ayudándose unos a otros, Isabela superando cada situación y floreciendo en cada momento, Nicolás descubriendo nuevos horizontes y Emanuel soportando con gran valor cada afrenta de sus vidas.

Por las vías del tren, una tarde perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora