Los kilos me pesan pero no tanto como me pesan las miradas. Me llamo Yazmin y tengo 15 años. No me veo redonda pero muy poco puedo parecerme a esas modelos de la tele. Me canse de escuchar el típico "tenes una cara preciosa" mientras piensan "Lastima el cuerpo". Incluso me lo han dicho " Vos con unos kilos menos serias una diosa". Mi cara, lo admito, es linda pero quiero pensar que algún beneficio tenemos que tener las mujeres de caderas anchas.
Se, en cambio, perfectamente, los beneficios de ser delgada hasta los huesos,. "flaca zaraca" como dice mi abuela. No he podido imitar a mama y mi hermana. Si la abuela también pero no vive con nosotras.
Me canse de ver a mis amigas bailar y me resigne a que eso para mi no es. Los varones y yo nos relacionamos históricamente sin relación alguna. Ni amigos, ni novios, ni nada.
Además, soy tímida. Y callada. Y las cosas que me gustan no las puedo compartir con mis amigas. Me gustan los libros, el cine y el teatro. Pero, por sobre todas las cosas, amo mi violín desde que cayo en mis manos luego de que papa se fue. "Papa tocaba el violín como los dioses", dice mama siempre que acepta hablar de el.
Voy a bailar de vez en cuando para estar con las chicas, pero no porque me guste el apretujamiento de gente y que todo el mundo observe y se muestre. No me gusta mostrarme ni que me observen.
En el autorretrato que me pidieron en el colegio tengo que incluir lo físico. Incluire solo la cara, el resto del cuerpo no existe. O existe en abundancia. Por lo tanto, de mi puedo decir que tengo la cara redonda y la piel color durazno (Lo dice el abuelo) . El pelo largo del mismo color de un carozo de durazno, un morado intenso. Los ojos azules y la mirada de hielo. Esto ultimo acotado siempre por mama " Vos tenes una mirada que lastima". Y puede ser, porque de alguna forma me tengo que defender de las cosas que me lastiman. Me encanta tener la mirada de hielo.
Seguramente jamas llevare esto al colegio porque no me interesa que lo lea nadie, nisiquiera Natalia, que es la profesora que mas quiero. La única que sabe que existo, ahí, en el fondo del aula. Porque con los profesores tampoco me llevo. Ni me van ni me vienen.