Jet. 1

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Vaya bella luna hacia esa noche, que me miraba, espiándome entre la copa de los arboles.

Su bella luz iluminaba la escena, me hacia ver la palidez de su rostro, sus labios entre abiertos, como si aun tuviera algo en mente que decir.

Los ojos perdidos y temor, confusión, aun con lagrimas. Una inexplicable sensación corría por mi espalda al verla.

Me agache a mirarla mas de cerca, era hermosa, el cabello le torneaba el rostro tan fino que tenia. Que desperdicio, era de un tono rubio que no era común en una latina. Había perdido belleza después de haberse manchado. Prometo cortar el cabello la próxima vez.

Vestía una falda de color marrón y una blusa blanca, fueron fácil de romper.

Hermoso cuerpo que tenia, no me extrañaba que robara las miradas mientras caminábamos por la avenida principal esa tarde de camino al restaurante.

No voy a mentir, me divertí, pudimos tener una buena amistad de no haber sido ella un estorbo para mi.

Al oscurecer bebimos, ella mas que yo, así fue más fácil convencerla de irnos al bosque, ella con una idea en mente y yo con otra.


Yo? yo no soy mas que una persona que gusta de las mujeres, que sabe donde encontrarlas y como conquistarlas, es sencillo cuando las conoces tan bien. Tan predecibles mujeres, fáciles de engañar con un buen rostro y el comportamiento correcto.


Tengo que volver a casa, el amor de mi vida no tardaba en llegar y yo aun tenia que cambiarme estas sucias ropas, ducharme y ponerme linda para él. Tenia también que asegurarme de que al salir del trabajo no se viera con otra chica, no acompañara a ninguna compañera, no tropezara con una amiga y que fuera directo a casa sin interactuar con una mujer innecesaria.


No quería hacer un trabajo extra como esta noche, agotador, comprar ropas nuevas de varón ni salir con otra despreciable zorra.


Sólo tu sabes lo que he hecho, Luna, sabes por qué lo hago, tu que nos conoces de toda la vida y que nos escondes.


Para terminar mi obra, solo me quedaba acomodar a esta bella mujer, la cual olvide su nombre, no era importante para su destino, como si durmiera bajo un árbol, a los pies del río, donde lave mis manos y mi rostro. Todo se lo llevaba el río y fundía mi crimen en sus aguas.

Me quite la chaqueta, impregnada con su perfume y el color de su sangre y la guarde en la mochila que traía conmigo, sorprendente mente no había otra mancha en mi.


Vamos a casa Luna, que falta el bello desenlace con aquel a quien amo...

Little tales without senseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora