Prólogo.

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Lo mire sonriendo con una mano en mi mejilla mientras él seguía apilando los bloques Jenga con mucho cuidado.

— ¿Entonces tu mamá es verde? —dije ansiando que continuara hablando sobre su sistema de colores.

— Si —respondió secamente, lo hacía con frecuencia ya que no le gustaba que le preguntará cosas.

— ¿Y tu papá?

— Marrón, como sus botas.

— ¿Mike?

— Blanco.

— ¿Y yo? —eso era justo lo que quería saber, vi que se desconcertó un poco y me miro con el ceño fruncido y momento, como si le hubiera hablado en griego antiguo.

— Eres gris, Marnie, no el color gris, la ausencia de color es lo que te hace gris. Tú no tienes color —respondió negando con la cabeza y volviendo al Jenga, sabía que no me daría más explicaciones. Ya pensaría en eso más tarde.

— ¿Y tu?

— No lo se —apretó los labios, odiaba no saber algo.

—Creo que... —puse mi mano en su hombro y en seguida se tensó, la quite de inmediato— eres azul, un azul como el mar.

—Me gusta el mar.

—Y a mí el azul.

Daniel me fascinaba en muchos sentidos, suinocencia, la manera en la que para él no había matices, solo negro y blanco,como se perdía en la música al tocar el piano. Pero toda perfección tiene su detalle,yo nunca sabría si Daniel me quería, ya que los sentimientos para el eran un misterio, para miDaniel era el verdadero misterio    



El chico azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora