Estábamos sentados en el mismo bar que frecuentábamos con la Magda. Y me sentía como la amiga de la Josefa que me llevó al restorán para encontrarse con su ex. En el fondo quería que la Magda me viera acompañado rehaciendo mi vida. Le pasé los aros a Tamara.
- ¿Y esto, por qué?
- Porque eres muy linda.
Me dio las gracias y lo abrió, le gustaron tanto que se los probó ahí mismo. Le dije que le quedaban muy bien, que no me había equivocado cuando los había elegido para ella. Ella se paró al baño para ver como le quedaban, cuando se alejaba, por su cola, me di cuenta que algo más podía haber entre nosotros. Cuando volvió nos pusimos a conversar:
- Espero que no te acostumbres a los regalos cada vez que nos veamos, o sino me vas a dejar en banca rota.
- ¿Eso significa que nos vamos a seguir viendo?
- Si tú quieres...
Y me sonrió, y bebió un sorbo del trago que estaba tomando, uno con muchos colores y sombrillas. En una época de mi vida creí que uno podía clasificar a las mujeres de acuerdo a lo que tomaban, aunque lo ideal, para muchos, es que las mujeres no tomen. Una mujer sofisticada, por ejemplo, siempre iba a tomar vino o algún trago que estuviera de moda en bajas dosis. Si le gustaba la Piscola no iba a ser una buena compañera. Y si prefería tomarse esa Piscola en la botella y sentada en la calle era peor. Siempre el Vodka se ha relacionado con los alcohólicos, así que tampoco era bueno que una mujer optara por eso. Las que tenían mucha vida social y muchos amigos hombres, por lo tanto muchas relaciones, siempre tomaban cerveza. Y las tontas siempre iban a elegir el trago por los colores más que por los sabores. ¡Qué prejuicioso! Pero que importa, Tamara es linda, simpática y conversadora, si quiere tomar ese trago da lo mismo. A mí me da lo mismo.
- Yo pensé que a las mujeres no le gustaban los hombres que las abordaban en la calle.
- ¿De dónde sacaste eso?
- No sé.
- Depende de la persona que se te acerque también.
- ¿Te tiene que gustar?
Y me miro coqueta. La pajita en su boca, con un labial rojo que le sentaba bien, se veía aún más sexy que ese día que hablamos.
- No voy a caer en tu juego. Me pareció simpático lo que me dijiste y me dieron ganas de conocerte.
Seguimos conversando de la vida, del clima, del lugar, de todo. Lo que más me gustó es que nunca me preguntó que era lo que hacía. Yo tampoco necesitaba preguntárselo. Lo que sí me extraño es que me preguntara qué signo era. Y sentenció, como una experta, que los signos de agua con tierra se llevan bien, supongo que fue un punto a mi favor. Y eso es lo que más me gusta de las mujeres; siempre te sorprenden con cosas que uno creen que son insignificantes y ellas les dan un significado especial y trascendente. Después me dio unas cualidades de mi signo que se asemejaban bastante a mí. Por primera vez me sentí orgulloso de ser Virgo. Se lo dije.
De repente entramos en un tema delicado, le pregunté si creía en el amor a primera vista.
- Después de un fracaso matrimonial, ya no piensas en esas cosas.
Ella noto mi sorpresa, que tontamente no supe disimular.
- Estuve casada, dos años duramos, ¿te molesta?
- No, yo también estuve a punto de casarme, pero me arrepentí a tiempo.
- Es divertido, mi mamá siempre me dijo que me cuidara para que no me casara por quedar embarazada, que esos matrimonios nunca resultaban. Al final no resultó igual.
ESTÁS LEYENDO
El Amor en tiempos del "Like"
RomanceLas Redes Sociales han cambiado la forma de relacionarse de las personas. El plan de Andrés es encontrar el amor cuando nadie busca amor: ha trazado un plan, como el trazado del transporte público de cualquier gran Ciudad. Como si la forma en que n...