único.

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Es gracioso como suceden las cosas.

O, bueno, quizás 'gracioso' no sea la palabra indicada. Más bien curioso.

Si, si. Es curioso como suceden las cosas. Tan curioso que hasta te pone las cosquillas en la boca del estómago cuando piensas en ello, cuando piensas en como los momentos pasan y, tan de pronto como llegaron, han terminado ya.

Es curioso porque toda la vida nos han enseñado a ir por ahí, viviendo a costa de las horas y midiendo todo a base del tiempo, pero cuando algo ocurre, no hay tiempo ya más. Todo se esfuma, y las canciones de Ed Sheeran no duran ni tres ni cuatro ni seis minutos, ellas solo pasan dentro de tu mente y la melodía no es la que se traga todo a su alrededor, pero sí moldea a la manera en que los sentimientos se retuercen en el interior, comprobando que están con vida aún, y las letras parecen cobrar todo el sentido justo en ese momento.

Sí, sí, te estoy hablando de amor.

Te estoy hablando de la forma en que HoSeok por poco se pierde los acordes de 'Paper Hearts' por estar mirando al fascinante y hermoso ser que ha bajado de la estrella caliente en el cielo y está cruzando justo ahora por la acera frente a la que HoSeok y JungKook tienen instalado su pequeño equipo de música.

La voz de JungKook a su lado ha perdido color para sus oídos, incluso si ha sido el mismo HoSeok el que le pidió que tocaran esta canción en una de sus modestas presentaciones de calle con el estuche de la guitarra del mayor frente a ellos recibiendo monedas; porque todo sus sentidos parecen haberse ido detrás del chiquillo alto que se está perdiendo entre la multitud. Los ojos de HoSeok siguen mirando entre los cuerpos sin aroma de la calle, como si aquel ángel de exquisita piel morena hubiera dejado un rastro de plumas detrás de su andar tan elegante que a HoSeok se le antoja que él todavía cree que está caminando sobre nubes.

Y luego se ha ido, se ha perdido entre toda la gente.

—¿Hyung? —la voz de JungKook intenta tomarle por los tobillos y hacer que vuelva a la realidad, pero no funciona hasta el tercer llamado. Es una suerte que HoSeok haya seguido tocando hasta el final de la canción y ahora estén terminando de recibir los usuales aplausos de las personas que les han escuchado —HoSeok hyung, ¿qué pasa?

HoSeok ve las incontables monedas caer dentro de la funda negra en el piso, bailando junto a los cinco o seis billetes de colores que un par de personas dadivosas han decidido que el talento de ambos jóvenes valía la pena para algo más que una simple moneda.

Suspira, dejando caer ambos brazos a cada lado de Violeta (la guitarra —¿qué? ¿Te crees que HoSeok no le pone nombre a los instrumentos y a las plantitas? Pues no, él si lo hace), mientras repasa dentro de su mente todo lo que puede recordar del guapo extraño. Sus dulces facciones, el color fascinante de su piel, la intensidad de sus ojos perezosos y la linda forma en que el flequillo comenzaba a barrerle las pestañas tan largas.

—Me he enamorado, Kookie.

La expresión en el rostro del menor es un poema ante, la que se escucha tan absurda, confesión.

* * * * * *

YoonGi gruñe por debajo de su aliento por lo que sería la quinta vez en la mañana —¡Y es sábado, maldita sea!

Cierra el puño con fuerza y le da un golpe a su escritorio repleto de hojas de papel sucias y carboncillo, antes de empujar la vieja silla giratoria y girarse dramáticamente en dirección al camarote donde HoSeok está echado en el segundo piso, expulsando en frecuencias anaranjadas y verdes lo hermoso que era ese chico del centro, que le extraña mucho, ¿cuándo volveré a verle? Me he fijado todas las veces en que Kookie y yo hemos ido a cantar, ¡pero nada! Hasta fui yo solito una vez, pero no le he vuelto a ver, ¿cómo crees que suene su voz, YoonGi?

el ángel de la calle » vhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora