Capítulo 3

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Justo cuando llegué al salón, la puerta principal se abrió. Era otra vez aquel desconocido acompañado de un hombre viejo con una gran barba canosa. Llevaba un traje un tanto extraño que parecía una túnica.

—¿Esta es...? —habló aquel hombre mayor.

El chico solo se limitó asentir.

—Hola— dije.

—Bienvenida a Ágatha, querida  —me sonríe mientras hace un ademán y señala el sofá  —sentémonos y, Christian, tráeme algo caliente, que el frío me esta matando por dentro.

Con que el chico se llama Christian. Bonito nombre.

El señor y yo nos sentamos en el sofá que se encontraba en frente de la chimenea y de una pequeña mesa redonda. Yo no sabía que decir, y el hombre parecía que no hablaría, solo se limitaba a mirarme y a sonreírme como si me conociera de toda la vida y hacía tiempo que no me veía. Llegó Christian y se sentó a mi lado ofreciéndonos a ambos una taza de chocolate caliente.

—Gracias— dije.

—Bueno Victoria, creo que no me he presentado. Me llamo Axel y soy el director de la Academia de magia—se aclaró la garganta— he venido porque mañana al amanecer te incorporarás allí. Sé que esto es muy duro y difícil para ti pero tu vida anterior se queda atrás y tienes que olvidar todo aquella conexión con tu mundo.

—Pero...pero,¿ y mis padres? ¿Nos lo veré,qué pasará con ellos?—de nuevo aparecieron mis nervios.

—Tranquila, cuando estés preparada podrás visitar tu mundo pero, con una condición, nadie te puede ver porque ahora todos creerán que has desaparecido o has muerto.

No sabia que decir. Esto estaba entrando de golpe en mi mente y no podía imaginarme no poder verles, aunque no fueran mis padres biológicos.

Después de cenar Axel se fue a una habitación a descansar y Christian no se encontraba por ningún lado. Como no tenía sueño solo podía ir a un lugar para poder asimilar todo esto y pensar. Llegué a la terraza y en la gran "barandilla" de piedra se encontraba una figura de espaldas.

—¿Qué haces aquí?— Christian se giró y apagó el cigarrillo que acababa de estar segundos atrás en su boca.

—Yo..yo solo quería pensar y ...

—Ven.

Estuvimos un largo rato callados contemplando las estrellas que llenaban el cielo. Iba a decir algo para calmar la tensión, pero no pude resistirme a fijarme en él, en la diminuta barba recién afeitada, su nariz recta y hasta pude ver un pequeño mechón ondulado que le caía por la frente. Podía ver esos ojos grandes azules que brillaban demasiado. Eran increíbles. Podía suponer que tendría alrededor de veintiún años. Entonces Christian giró su cabeza hacia mí, y sentí el calor de mis mejillas ruborizarse.

—A ver, no quiero que te preocupes por tu pasado. Aquí estarás bien porque yo me encargaré de ello.

No respondí.

—No puedo decirte por ahora quien eres en realidad, pero tu familia esta aquí y créeme que te quieren mucho. Poco a poco asimilarás todo.

 —¿  Cómo puedes ser capaz de saber quién soy y no decirme nada?— sentí que mis lágrimas  iban a salir en cualquier momento.

—Porque no quiero que estés en peligro.

—¿En peligro? No entiendo...

—Ahora no pienses en eso—por primera vez, me sonrió.

—Entonces...¿vas a estar conmigo en la academia?

—No—rió con suavidad— yo soy un guardián del reino, como un guerrero que protege al reino. No puedo salir de aquí.

—¿Ya no te veré más? —dije un poco decepcionada.

Christian no dijo nada. Me dirigió una pequeña sonrisa sin demostrar sus dientes, y se dirigió al interior de la casa dejándome sola en aquel lugar.


ÁgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora