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El sonido de la alarma taladra mis oídos, agarro el celular y la apago, busco mi uniforme que estaba guardado en el cajón de ropas que no uso, me lo pongo y me veo al espejo, me arreglo el pelo y voy a desayunar. Hace mucho no desayunaba, por lo general como lo que este a mi alcance. Termino mi café con tostadas lo más rápido que puedo y salgo para dirigirme al colegio.

Estaba por cruzar la calle cuando alguien de atrás me tapa los ojos con sus manos.

- ¿ Quién soy ? - distorsionando la voz.

- Mi vecino descerebrado - se ríe y me muerde el cachete.

- Me voy a trabajar, solo quería desearte suerte - me saluda y se va corriendo.

En que momento surgió nuestra confianza, en que momento su presencia comenzó hacerme feliz, en que momento me comenzó a gustar tanto, que alguien me informe porque no estoy enterada de lo sucedido. Verlo tan solo unos segundos me dio fuerza para entrar al colegio, tome aire y me dirigí a mi clase, al entrar me encontré con mis viejos compañeros, se quedaron asombrados al verme pero no dijeron nada solo algún cuchicheo de fondo.

En el trascurso de la mañana pedí carpetas y modelos de exámenes para prepararme para dar los exámenes pendientes. Una chica que al parecer entro este año al colegio me presto lo solicitado, me alegre y le di las gracias, me invito a pasar el recreo con ella, es muy linda, sencilla pero linda, tiene el pelo colorado con abundantes rulos y muchas pecas, es como una muñeca. Una muñeca llamada Sara, tengo la ilusión de entablar una amistad.

Finalizo la jornada, no me quejo, fue agradable.



Ama Cada Extremo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora