Capitulo 12

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El primer desafió se acercaba, con ello definiríamos el siguiente paso

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El primer desafió se acercaba, con ello definiríamos el siguiente paso. Esa mañana mi deber fue revisar que todas las camionetas tuvieran combustible.

Cada camioneta tenía a su chofer asignado. Por lo menos ya había cumplido con mi parte. Así que esperaría a que volvieran de la papelería esa para publicistas y cerciorarme que trabajarán a ritmo para entregar a tiempo.

—Pregunta mamá si ya te encargaste de supervisar —habla Carlo entrando a mi oficina, jugando con el juego de llaves de su convertible.

—Ahora voy —digo secamente, mandando una última cotización —. Ya tenemos trabajo que hacer —solté, levantándome de mi silla movible.

—¿De verdad? ¿Quién?

Caminamos hacia la puerta, hombro a hombro.

—La señora Pringle, necesita remodelar su casa para poder venderla —expliqué.

Carlo levantó sus cejas con inconformidad, respirando hondo.

—Ojalá que todo esto de la publicidad y las ridículas publicistas acabe pronto.

—Lo dudo —apreté los labios —, no podemos dejar esto a la ligera.

—Que va, muchas vinieron solo para conocernos —expresó Carlo entre risas.

—Y que tiene, tal vez así te olvides de la perengana...

Carlo se quedó atrás, pensativo, seguí caminando hacia el salón en donde se encontraban trabajando los reclutas en sus tarjetas de presentación.

Todos ahí estaban haciendo algo, cortando, imprimiendo, en la computadora. Esta chica, con la que aún no daba con su nombre estaba ahí; sentada frente a su amiga rubia. Lucia tan entrada en su trabajo, de vez en cuando miraba a su amiga, sonreía y respondía algo, hasta que volvió la mirada hacia dónde estaba parado. Sus ojos tan penetrantes me dejaron inmovilizado. Trate de mirar a otro lado, pero fue imposible. Había algo en ella que era malditamente atrayente.

****

Al día siguiente mamá nos convocó para la presentación de los publicistas con sus trabajos.

Madre empezó a dar indicaciones y a llamar a uno por uno. A la primera que llamó fue a Ashley; la amiga rubia. Era evidente que haya hoy me iba a dar cuenta de su nombre.

Hasta que escuché el nombre de "Julia", mi pecho zumbo al ver que ella dio unos cuantos pasos al frente, no comprendía todo lo que hablaba, solo podía mirar sus labios moverse, sus manos haciendo movimientos extraños por el nerviosismo, acepte la tarjeta que me pasaron y la miré, miré esos pequeños detalles, pequeños detalles que hacían emocionante a la que lo fabricó.

Una vez que finalizamos tomamos la estrepitosa decisión de quien se quedaría y quien se iría.
A papá le pareció divertido el Lego al igual que Carlo. Yo opté por el diseño más simplificado, el de Julia. Julia, pensar y pronunciar su nombre era bonito. Mamá dio el voto por el de Frederic.

Una vez tomadas las decisiones, nos reincorporamos a nuestra cotidianidad.

—¿Cual te agrado hermano? —llegó Carlo trotando conmigo hacia la casa.

—El de la chica Julia se miró muy... —pensé un momento mi respuesta —, nuestro estilo.

—Tal vez el tuyo. El mío no —resopló.
Intercambiamos miradas, pero sin decir más nos separamos.

****

CARLO.

Esta vez yo había elegido el menú para la cena, unas carnes asadas, era mi comida favorita solo que no iba a poder tomar cerveza; o tal vez si, pero a escondidas.

A muchos les encantó, lo sé, lo vi es su estómagos y rostros, gordo y satisfechos. Iba a tomar una bebida, en el camino encontré a los tres amigos de los que habíamos hablado que quedarían para el siguiente reto. Así que no lo pensé más y escupí las palabras.

—Felicidades...

Sus rostros están de confusión e incertidumbre. No pude evitar reír en mis adentros.

—¿De qué hablas? —cuestionó la chica rubia.

No quería arruinarles la noticia, así que los dejaría con el beneficio de la duda. Mire mi zapatos con la misma risa que surgía dentro de mí y me marché.

                            ***
La mañana siguiente, mamá no nos dejó hacer nuestros asuntos, nos sentó a desayunar y a plantear todo de la manera correcta, ella quería que nosotros organizáramos todo y a final de cuentas ella terminó haciéndolo. No es que me disgustará, al contrario, me quitaba peso de encima; siempre a sido así.

—Bien, entonces... ¿esos cinco chicos están bien? —preguntó papá metiéndose un bocado de omelette a la boca.

—Si querido. No quiero perder mi tiempo así que nombraré primero a los que se quedarán. —contestó mamá, en otro momento levanto la mano a una de las sirvientas —. Ve a informarles que entregaremos resultados. Tienen hora y media.

La sirvienta asintió, dándose vuelta y obedeciendo se fue.
Solo quería ver sus caras de sorpresa que se llevaría cada uno.

 Solo quería ver sus caras de sorpresa que se llevaría cada uno

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El momento de entregar resultados había llegado. Cuando nosotros llegamos al salón, ya todos se hallaban ahí. Incluso ella, Julia, quien traía una blusa turquesa que hacía verse llena de vida.

Mamá nombró a los primero cinco, que obviamente nosotros sabíamos que eran quienes permanecerían. Madre les dio indicaciones, así que todos entramos a la oficina de papa que estaba junto.

Madre ordenó que nos sentáramos. Por un momento todo quedó en silencio, solo rechinaban los asientos de piel, reaccionando ante nuestros traseros acomodándose. Cada uno guardamos silencio, yo solo miraba el suelo brillante ante mis pies.

—Queremos ir directo al grano —rompió el silencio madre.

Pude notar en cada uno un tanto de angustia, vi la cara de Carlo; se estaba divirtiendo sin duda, justo como mamá, les gustaba hacer padecer a la gente. Era poco ético.

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