Esta historia comenzó hace unos cuantos años, tampoco muchos, a lo mejor hace unos 40 años, lustro arriba lustro abajo.
Para ir al grano he de decir que no había color. Extraño verdad? Cómo no iba a haber color? Resulta difícil de imaginar, pero así era. Todo era blanco y negro, absolutamente todo. Las flores, los animales, los paisajes, incluso las personas. Pero lo peor no era que la gente estuviera en blanco y negro, sino que la existencia única de estos dos colores solo denotaba tristeza y monotonía, actitudes que se reflejaban en sus habitantes. Conforme la edad de estas personas era más avanzada, más grises y pasivas se volvían. Por eso los niños eran los únicos que tenían una pequeña chispa de alegría en sus vidas, aunque eran de unos colores pálidos y pasteles, lejos de los colores vivos y alegres que disfrutamos hoy en día.
Un día, un pequeño grupo de niños se adentró en un bosquecillo que había cerca de su aldea. Como todo, era de tonos negros y grises, muy variados entre sí, pero a la vez muy iguales entre ellos. Los chicos se fueron adentrando entre la maleza si darse cuenta mientras jugaban. Llegaba la hora del mediodía y los niños se dieron cuenta de ello en cuanto sus barrigas empezaron a sonar como si se tratara de una orquesta de percusión. Trataron de encontrar el camino de vuelta a casa, pero no lo hallaron. Unos dijeron de esperarse quietos en ese mismo lugar y esperar a que sus padres se acordaran de ellos y comenzaran a buscarles. Los más valientes y aventureros optaron sin embargo seguir explorando el bosque. Este grupo se fue adentrando más y más, creyendo que lo que estaban haciendo en realidad era escapar de ese laberinto de árboles y matorrales. En esto que cuando estaban a punto de darse por vencidos y parar a descansar en un pequeño claro, toparon de narices con una casita de piedra oscura y tejado rojo teja. Tenía un estrecho huerto lleno de florecillas de diferentes colores y tonalidades, hortalizas y frutos con tonos tan llamativos que se hacía la boca agua con solo mirarlos.¿ No notáis nada extraño en esta casita aparentemente tan humilde y sencilla? Efectivamente, ¿no habíamos hablado previamente de la escasa paleta de colores que existía entonces? Entonces, que narices hacia esa gran explosión de colores en medio del bosque blanco y negro? Saltaba a la vista que no estaba abandonada ni nada por el estilo, al contrario, parecía que su dueña se dedicaba minuciosamente a cuidar los detalles y mantener impoluto su hogar.
Lo primero que hicieron los niños fue lanzarse hacia el huerto y comer como nunca aquellos frutos, que además de mejorar en color lo hacían también en sabor, estaban exquisitamente sabrosos. Seguidamente se dirigieron hacia la entrada de la cabaña y llamaron al timbre, esperando que la persona que tan minuciosamente cuidaba la casa les recibiera con una sonrisa en la cara y con dulces para todos ellos. Pero no fue así.
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Pon color a tu vida. ¡Se Feliz!
Short StoryEsta es una mini historia que escribí hace unos cuantos años, tendría 11 añicos. Hace poco me la encontré entre muchos otros papeles de mi infancia y he decidido publicarlo