Despojo

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Nunca en la vida tuve un menester tan grande como aquel día... Una necesidad profunda nacía del abismo agonizante de mi corazón, que carcomía lentamente mis huesos y alma. Era... ¡Una voz! ¡Era una voz! ¡Un tono de voz producido por las cuerdas vocales de alguien a quien siempre quise morderle los labios!, ¡Era aquello que tanto anhelaba! Me deleitaba día a día escuchando aquellas vibraciones extrañas que él producía por medio de su garganta, llegando a su boca y haciendo las muecas específicas que utiliza el hombre para comunicarse. Pues mi locura insaciable había llegado clara como una luna en un cielo despejado a media noche. A lo que dijeron "Sus últimas horas de vida."

Ni siquiera recuerdo quién estuvo conmigo el día que me llevaron al hospital, tengo una bata... Y la única información que sé de mi enfermedad, es que me llevará a un vacío eterno de oscuridad muy pronto. Lo único que puedo ver en este instante son luces blancas y manchas borrosas, mi vista se ha distorsionado, pero mi escucha sigue intacta, no soy capaz de distinguir más que un cuarto blanco y una sábana del mismo color que cubre mi pálido y delgado cuerpo. Hay una gran cantidad de voces. Ahora reconozco que la única voz que salvaría mi perdición, sería la suya.

Poco a poco... Mi cuerpo, mente y alma se fueron desvaneciendo y mezclando en una niebla que formaba un tipo de mestizaje divino, donde dejé de sentir emociones, y entonces comenzé a sentir nada, pero... Unas palabras llegaban a mi cabeza constantemente, las cuales estaban impidiendo mi partida;
"Shima...
Shima...
Shim..
Shi..
Shh..." Todo quedó en silencio... Como si algo me dijera que me callara, puesto que yo, ya no existía para nada, excepto el último estímulo que tuvieron mis tímpanos los cuales vibraron y enviaron un impulso de vida a mi cerebro, yendo al hipotálamo y recordando de quien era esa voz... entonces, volví a vivir

¡TAKANORI! ¡¿QUÉ CARAJOS HACES?! ¡DESPIERTA!

Un segundo más de tardanza; Shima... Entrando a la habitación desesperado, gritando mi nombre. Y hubiese desaparecido... Ese momento crucial en que tu cerebro desprende las transmisiones de las conexiones nerviosas de todos sus sentidos, la escucha fue el último para mí. Pero por haber escuchado en ese instante su voz, reviví. Fue como si alguien inspirara en mí, el hálito de vida de nuevo. Lo que escuché, fue lo que me hizo sentir todo mi cuerpo y lo que me hizo volver a vivir, pues... Hizo estallar mi adrenalina y logré de repente recordar todo. Sólo entonces, me di cuenta que estaba casi muerto. Mi locura confusa se transformó de repente en una razón que me hizo totalmente consiente de la situación tan decadente en la que me encontraba, y de esta manera, me levanté con esa fuerza y esa furia que tiene el ser humano cuando está bajo el agua y una persona está tratando de ahogarlo, ese instinto de supervivencia máxima que tiene el ser humano para vivir, llegó a mi. Me levanté haciendo todo lo posible para conectar todos mis sentidos, mis nervios y mi ser entero al cerebro, y casi ahogado me senté con las pupilas todavía dilatadas, haciendo forcejeos y gritando con toda desesperación ¡Estaba vivo! ¡Vivo de nuevo! Y por fin, después de ese alarido que destempló el alma y rompió los tímpanos de los presentes, pude respirar nuevamente, mis ojos volvieron a percibir la luz, y sólo así... Desperté.

Shima fue mi mejor amigo de la infancia, lo conozco desde que tengo memoria, pues... Mis padres y unos amigos de ellos se casaron por la misma época. Se fueron a vivir en una región apartada de la sociedad, donde el campo abundaba, y los paisajes eran obras maestras, cinceladas por un gran artista, también tuvieron hijos por el mismo tiempo. Shima y yo nacimos el mismo año. Crecí como un niño débil, pálido y enfermizo, no poseía gran estatura, ni mi presencia era formidable, mi situación daba pena, pero... Shima, no sé por qué... Era todo lo opuesto a mí, era alto, fuerte y con tal belleza que podía ser  confundido con una chica, y de pequeño, con toda la incidencia de un infante de ocho años, me prometió... "Siempre cuidaré de ti. Pues si no lo hago, te romperás como una porcelana, y no serás tú el que quede hecho pedazos, si no que seré yo el que me quebraré por no haber podido protegerte."

Las espinas de una rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora