Tras una tarde en el punto más alto de la ciudad regreso a mi casa, no puedo parar de pensar en él y en lo injusta que es la vida y como de un día para el otro todo lo que tienes de importante es arrancado de tus manos.
Ya no me quedan lágrimas, se agotaron despúes del primer mes pero aún así no salgo de mi entumecimiento y de la sensación de vacio que hay en mi interior.
Aunque tengo el apoyo de mi familia, necesito estar sola para poder pensar en todo lo que me fue quitado, que él me fue quitado sin ningún aviso previo, no tendré sus mensajes, ni sus risas, ni tampoco su mirada, nunca más.
Estoy en la mitad del camino hacia mi casa cuando mi cuerpo o quizás estaba planeado en mi interior el desvio hacia su nuevo hogar, donde todo es silencio y tranquilidad, donde descansan los cuerpos de los mortales. Detrás de la entrada de dicho lugar hay una banca de flores para que las personas que regresamos a visitar a nuestros seres queridos les obsequiemos algo de color en medio de tanto gris, un gesto que significa que aun nos importan, que los queremos y que nos hacen falta.
Pero a veces me pongo a pensar en lo que hubiese ocurrido si no nos hubiesemos peleado, si yo no le llamara cobarde pero que importa pensar lo que hubiese pasado despúes de que la cosa ocurrio, ya no importa, él ya no está y es mi culpa. Muchas personas me dicen que no debo culparme, que yo no podia saber lo que iba a pasar, que fue un accidente; tonterías yo siempre tengo la culpa de todo por ser una mala persona y por hablar sin pensar.
Estoy frente a la puerta de mi casa, o lo que antes solia ser mi casa, ya no tengo la sensacion de pertenencia en ningun lugar desde que Evan se fue. Todos los lugares de esta casa me hacer pensar en el y en los momentos que pasamos juntos.
