PRÓLOGO

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No todo lo que brilla es oro. Eso no lo tenía claro Lauren, que al ver algo brillante en el medio de la calle no dudó en cruzarla para agacharse frente a ese objeto luminoso y alzarlo. Tan entretenida estaba la muchachita que no notó que un auto doblaba y estaba a punto de atropellarla. Si no hubiera sido por una valiente morocha que la empujaba haciéndola caer abrazada a ella en la vereda, tal vez la pequeña Lauren ya no podría seguir contando la historia.

Gracias –murmuró la pequeña de ojos claros recuperándose de la caída y sentándose en un banco que estaba cerca de ella.

¡Tienes que tener más cuidado! Casi te atropellan. ¿Estabas intentando suicidarte? –preguntó con un gesto de confusión.

No, solo quería alzar esta piedra. –la enseñó con sus manos – Era muy brillante y me gustaba.

Fue muy peligroso lo que hiciste.

Gracias a vos no me paso nada –le regaló una sonrisa a la morocha que estaba sentada al lado de ella en el banco. – ¿Sos de Miami?

No, de Los Ángeles. Estoy aquí de paseo.

Ah, con razón nunca te había cruzado antes...

Vos que si vivís acá. ¿Te gusta el lugar?

Me encanta. Me gustaría vivir en Nueva York, pero no me quejo. –le sonrió – ¿Y Los Ángeles? ¿Es lindo?

Sí, me gusta. No es sorprendente pero tengo mis amigas allá que lo hacen un lugar maravilloso. –miraba los autos pasar mientras un silencio las invadía – Hace frío... ¿no crees?

Sí, cambió el tiempo. –ambas se miraron y se sonrieron tímidamente.

Bueno, mis padres me deben estar buscando. Mejor regreso con ellos. –saludó con un beso en la mejilla a la pequeña.

¡Espera! –la detuvo tocándole el brazo– Te la regalo. –le entregó la piedra –Fuiste mi salvadora, me encantaría que la conservaras vos.

– Casi te choca un auto por esa piedra...

– Lo sé, pero quiero que la tengas vos. Cuando nos volvamos a ver me la puedes devolver.

– Pero no sé si te voy a volver a ver

– Estoy segura que si

Gracias. –susurró tomándolo de las manos de la morena para luego perderse por las calles de Miami.

Lauren se quedó pensativa jugando con sus manos cuando dos de sus amigas la sacaron de sus pensamientos.

Te estábamos buscando. ¿Dónde estabas? –Preguntó la chica más alta de las tres.

Fui a comprar algo...

¿Y qué haces sentada entonces? –preguntó sin entender una rubiecita de menos estatura que sus amigas.

Estaba descansando un poco. Me acaba de pasar algo loco...

Cuéntanos. –dijo la más alta sentándose al lado de la morochita al igual que su otra amiga.

La chica que ese día habían caratulado como "la salvadora" caminaba observando la piedra entre sus manos. Sus padres hablaban y ella estaba en su mundo, pensando en lo que había vivido hace minutos atrás.

Era de un color azul marino, brillante. Se podría decir que era la piedra más brillante que había visto en toda su corta vida. Era de un color único, sería muy difícil encontrar alguna piedra parecida. Ahora entendía por qué la pequeña morocha estaba tan interesada en recogerla. Por dentro era lisa, como si fuera una parte de otra piedra igual pero de menor tamaño.

Dulce destino (Camren fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora