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A mediados del siglo XVI, por decreto real, se prohibieron los matrimonios entre familiares en la aristocracia por el descubrimiento de la inclusión enfermedades congénitas degenerativas como la anemia, la hemofilia y otros defectos genéticos que los nobles estaban estableciendo entre su linaje. Pero Ria Kaulitz era en extremo narcisista, e incapaz de complacerse a si misma, encontró al amante mas satisfactorio; su hermano gemelo. Cuando supo del decreto del rey reunió a toda su familia; sus hermanos, primos y tíos. Juntos se trasladaron al nuevo mundo. Ahí construyo una mansión en una vasta superficie, en donde vivieron bajo sus propios términos. Con el tiempo se fueron aislando. Cerraron las puertas y la familia Kaulitz desapareció por completo de la historia.

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- ¡Por favor Bill! - la voz de Natalie retumba en mis oidos. Está herida, y su mirada refleja el miedo que siente. Todo se salió de control, a lo lejos se escuchan los gritos de la gente tratando de huir y no puedo evitar sentir una desoladora tristeza por los que se han quedado atrás.

Pobres de aquellos de nosotros que no lograremos salir de aquí antes de que todo se valla a la mierda y los cimientos caigan para dejarnos enterrados en este inmundo lugar junto a estos engendros. Nadie merece un final tan cruel... ninguna de aquellas personas lo merece... pero yo si.

- Vete- mi voz suena fría y tajante.

- No puedo dejarte... ven conmigo,volveremos a casa- su suplica se intensifica y trata de acercarse a mí pero no se lo permito. No hay nada que pueda decirme que me haga cambiar de opinión. Aun no puedo comprender como es que sigue amandome después de ver lo que hice y de saber que soy un monstruo. Tiene que entender que aqui ya no hay nada para ella.

- Ya estoy en casa- ella entiende a lo que me refiero, mas no quiere aceptarlo. Mientras voy retrocediendo, no puedo dejar de ver sus ojos... los ojos de esa persona que siempre me amó y cuidó. Soy consiente de que le duelen mis palabras junto con todo lo que he hecho, sin embargo esto es lo que soy y esto es lo que fluye en mi interior. El pecho me duele porque sé que está vida llegó a su final para mí.

- ¡No me dejes, ven conmigo!- su rostro se moja por las lágrimas y sus gritos son desgarradores mientras está siendo casi arrastrada fuera de aquí. Siento pena por ella... y siento pena por mí.

- ¡Vete!- todo mi impotencia y mi dolor se descargan en ese último grito.
Una amarga sonrisa se dibuja en mi rostro al saber que ella está a salvo y que vivirá.
Sin fuerza, me dejo caer sobre las rodillas y mientras todo mi alrededor se derrumba, ahora solo puedo pensar en el que fue el principio del final para mí.

Mala SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora