Espíritu sordo

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Tras haber ganado el combate contra el dragón, la hermandad del Eldrit pudo tener un respiro, a pesar de ello, se presentó un nuevo dilema; todo lo que estuviera dentro del nido maloliente, las armas, las joyas, el oro, eran suyos. Había más que suficiente material valioso como para asegurarles diez vidas sin escases a cada uno, pero ellos no eran como Perkisas, no eran codiciosos, sus corazones estaban libres de avaricia, y cualquiera mataría por el poderío de las armas encontradas. Eventualmente, Glave les dijo que podían hacer lo que desearan. Ese era el meollo del asunto, decidir correctamente, sin comprometer la seguridad de nadie en el futuro. Sencillamente, la prioridad era poner a dormir a la bestia escupe fuego, y aseverar que adentro de la construcción, no hubiera algo peligroso que pudiera poner en riesgo a los aldeanos de las villas y a ellos.

-Podríamos conservar las armas, o ponerlas bajo custodia- habló Chung meditabundo.

-No podríamos ponerlas bajo custodia- intervino Add -¿y si intentan robarlas?-

De pronto Aisha se acercó corriendo, sus ojos expresaban una fuente de alivio.

-Vengan todos-

-¿A dónde?- preguntaron el resto a coro.

-A ver a Helen, por petición de Glave; dijo que ella podría asesorarnos-

-¿y mientras que pasara con esto?- interrogó Rose.

-No se preocupen- su sonrisa era todo lo que necesitaban como confirmación.

De inmediato la cara de Elesis se iluminó.

-Jejeje...que conveniente, andando, volvamos a Peita, será mejor que llevemos con nosotros lo que hemos encontrado aquí, los rumores sobre que vencimos a Perkisas correrán rápido.

Add miró a la joven monarca Nasod que seguía al resto con mucha calma, se le aproximó y la miró, su vestido estaba ahora más magullado, su rostro estaba lleno de tierra e imperfecciones, producto de la batalla, aun a pesar de ello, su corazón palpitó con fuerza en el interior de su pecho. Esa sensación no lo abandonaba, Ella parecía estar bien, y era lo que más importaba, aquel infierno había terminado.

Se pusieron en marcha cuando, una duda asoló la conciencia del chico de los Dínamos. Miró de soslayo a su alrededor, ignorando los que le rodeaba, con sus ojos buscaba a la figura del enmascarado.

-Adelántate- le indicó mirando a Glave –no me tardo- los ojos de Eve de pronto se llenaron de ansiedad, pero Add trató de tranquilizarle. Evidentemente, algo había descubierto, nada se le escapaba a ese chico, durante algunos instantes, esos ojos dorados siguieron al rastreador hasta donde el hombre de la máscara cuando escuchó a los demás armando alboroto. Ophelia se mantenía junto a su ama.

-Hagámosle un favor y distraigamos a los otros, mi señora- sugirió la Nasod de servicio. Eve asintió, un tanto sorprendida.

¿Sería que Ophelia también se sintió preocupada por la reacción de Add, al punto de darle espacio para arreglar sus dudas?

Por otro lado, estaba el conflicto mental que acosaba al rastreador desde que charlaron con Glave, aquella noche.

La situación del cambio repentino de cuerpos y más aún, la casualidad del mapa que conducía a Perkisas, parecía haberse resuelto mágicamente. Es decir, se había presentado un inusual patrón problema-acción-solución. Y todo resuelto a la par de unos cuantos días; todos los eventos en los que se habían envuelto no habían sido sino una sucesión de extrañas coincidencias. Glave no lucía en absoluto sorprendido de que Add hubiera avanzado varios metros hasta él, y esto pareció confirmar las sospechas de éste.

♂ Contrato de Almas ♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora