El idiota del mejor amigo de mi hermano •Cameron Dallas• {EDITANDO}

Capitulo 12

Sonó el despertador por quinta vez.

Mire el celular que estaba sobre la mesita de luz cargando.

6:50 am.

Mierda.

Me levanté rápido y alarmada. Seguro que ni siquiera Cameron se despertó.

Me puse un short de tela blanco, mis vans negras de siempre y salí de mi habitación con la parte de arriba del pijama puesto para no ensuciar la ropa que me voy a poner mientras desayuno.

Fui hasta el cuarto de Sky donde Cameron estaba durmiendo. Desde afuera se escuchaban sus ronquidos.

Genial..

-¡Cameron! Levántate, ¡tú te tenias que levantar antes que yo!.- le grite desde la puerta.

-mhhh, déjame en paz.-

-¡Cameron, enserio! ¡Nash te dejo a ti a cargo! ¡Y no quiero quedar libre a los dos últimos días de colegio, así que levántate!.- le grite furiosa.

Al no ver señal alguna, le prendí la luz y me fui.

Abajo, prepare mi desayuno. Solamente un café con leche.

Al terminar, volví a subir y pase por la puerta en la habitación que dormía Cameron y le volví a gritar. Para cuando me fui a mi cuarto ya se había despertado y agarrado el celular. Al parecer estaba durmiendo en bóxers.

Volví a mi cuarto, me termine de vestir con una remera negra que decía "MTV"  en floreado, cepille mis dientes y mi pelo que seguía húmedo de anoche, prepare la mochila y salí de mi habitación. Pase por la puerta del cuarto de mi hermanita y ya no había nadie, así que baje y en la cocina me encontré con Cameron usando solamente un jean y con el pelo revuelto, de espaldas hacia la entrada de la cocina.

Involuntariamente me mordí el labio inferior y me quedé parada ahí unos segundos mirando su bronceada y marcada espalda.
Salí de mi transe cuando a él se le cayo lo que tenía en las manos e hice como si recién había llegado.

-¿Ya estás listo Cameron?.- pregunté.

-Ya casi.- contestó terminando de limpiar los platos.

-¿Ya casi? Todavía te faltan los zapatos y la rem...- no pude terminar de decir lo que estaba diciendo ya que agarro la remera que estaba sobre un taburete, que por cierto no había notado, y se la puso.

-¿La remera? Listo.- contestó con suficiencia y una sonrisa. Me había callado, lo admito, y me enoja.

-¿y las zapatillas, niño listo?.- dije cruzándome los brazos, esta batalla la iba a terminar ganando yo. Sí señor.

Él se agachó y sacó dos zapatillas y mientras caminaba hacia mí se las fue poniendo. Para cuando estaba a mi lado, ya las tenía puestas.

-¿Vamos niña lista?.- dijo él riendo y yo estaba aniquilándolo con mi mente.

Salimos y cerré con llave la puerta de mi casa.

Me subi a su auto al mismo tiempo que él.

Encendió el motor y empezó a conducir hacia la escuela.