Subí corriendo a mi cuarto, buscando una mochila.
Cargando lo necesario para irme
un suéter , dinero y una fotografía de mi familia.
Abrí el closet y me cambie de ropa.Un short.Un grande suéter y un gorrito.
No sabía lo que haría, y sólo por no dejar tome la navaja que papa guardaba con mucha seguridad
Salí corriendo hacia la puerta, esperando a que mi madre me arrojará algo y gritandome que no volviera.Camine por las calles de mi casa, pensando si eso era correcto. Si me arrepentía de todas las cosas malas.
Pero no, no lo haría.Después de caminar sin rumbo durante la primera hora ya me encontraba cansada. Ya no sabía donde estaba.
Camine dos cuadras más y reconocí aquella casa a la cual me escapaba por amor. Y llegó a mi de golpe la nostalgia.
Cuando toque el timbre de la casa no esperaba a que nadie me abriera.
Segundos después lo vi.
Sus ojos , su cabello, sus manos y ese lindo lunar en su mejilla.
Hacia tiempo que no lo veía, no veía aquel hombre. Conocía cada lunar de su cuerpo, era un mapa en mi memoria, y ahora sólo veía sus ojos cansados.
Que haces aquí, dijo , ocultando su sorpresa ante los ojos tristes.
Habrío la puerta. Lo miré un segundo y me lanze a sus labios. Que aún me conocían, y me pedían más. No podía despegarme de el.
Después de dos minutos deje sus labios. Me miró a los ojos. Extrañandome. Tomo mi cara con sus manos y me junto a sus labios, besándome fuerte y con amor...y deseo.
Me metió a la casa y al cerrar la puerta me estrecho contra ella , dejándome poco espacio. Pero yo no quería espacio. Lo quería a el.
Besaba mi cuello y le quitaba lentamente la camisa.
Me cargo y me llevo a la cama
Hisimos el amor, como hace tiempo no lo hacíamos. Podría decir que el no había cambiado y que yo tampoco.
Al día siguiente desperté , quería quedarme.
Ya no sabía lo que vendría pero tenía que controlar los impulsos.
Seguía dormido, tan relajado
Tengo que irme le , le dije al oido, desperto y me habrazo fuerte. Aún después de tanto tiempo me conocía y sabía que estaría bien. Y yo lo quería pero tenía que volar. El sabía muy bien que nadie me detendría.
Cuando me soltó me levanté para vestirme y salir de la casa. A 5 metros más adelante, grito mi nombre. Y dijo que estaría hay para cuando quisiera volver.
Me despedí de sus ojos y seguí caminando.