Capítulo V

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El correr de los años había traído consigo muchos deleites y sinsabores para Loki. Sin embargo, para su mala suerte Thor nunca había desistido en sus execrables especulaciones. Quizás ya no fuesen a través de conversaciones con él, pero siempre estaba cerca observando todas y cada una de las cosas que hacía, lo cual, en efecto le resultaba en cierto grado muy molesto, pues ya no se sentía tan libre como antes. A pesar de haber tomado la decisión de no volver a Midgard hasta que el rubio dejase de indagar tan a fondo en sus asuntos, le preocupaba que Thor llegara a descubrirlo todo un día.

«Hace casi siete años que no la veo —pensó Loki, observando el listón con melancolía—. En un par de semanas será su cumpleaños y sigo sin poder saber nada de ella. »

—Así que, aquí estás, Loki.

El ojiverde dio un respingo al oír la voz de Thor detrás de él y rápidamente bajó su manga para ocultar el listón enroscado en su muñeca.

—¿Me buscabas? Y si es así ¿se puede saber por qué?

El rubio asintió.

—Te buscaba sólo para avisarte que hoy mismo partiré a Midgard para continuar con la búsqueda de mi hija. Ya he postergado esto demasiado, por lo que decidí retomarlo hoy —anunció Thor.

Loki se estremeció al oír aquellas palabras saliendo de la boca de su hermano y empalideció casi al instante.

—¿Estás bien? Te noto algo más pálido de lo normal...

—Sí, sí. No es nada, estoy bien —farfulló Loki, girándose hacia la estantería de libros simulando buscar uno, con la intención de evitar la mirada inquisitiva del rubio.

—Bien, entonces me voy —murmuró Thor, antes de salir de la gran biblioteca.

Una vez que el rubio lo había dejado solo, el ojiverde se recargó contra la blanca pared, dejándose caer hasta quedar sentado en el suelo con la mirada fija en el techo. Se cubrió el rostro con ambas manos en su totalidad durante un par de segundos, después dejó caer sus manos al suelo y posó sus ojos verdes en una de las múltiples estanterías que permanecían atestadas de libros frente a él. La desesperación lo orilló a buscar una rápida solución y la respuesta parecía estar escondida en la magia, dentro de algún libro de hechizos esperando para ayudarlo. Un amago de sonrisa se dibujó en su rostro y suspiró con alivio.

Tenía un plan.

Y lo consideraba rotundamente infalible. Conseguiría de una vez por todas, su pase de regreso a Midgard sin consecuencia de sufrir premuras. Por lo que Thor no tendría la oportunidad de meterse en sus planes, ni de estar si quiera cerca de descubrirlo o de saber sobre su ausencia en Asgard. Loki no dudó en ponerse de pie para tomar el último volumen de la hilera que se hallaba situada en la repisa más alta de la extensa estantería, completamente decidido a realizar su plan. Una pared postiza se abrió entre los toscos muros que yacían a su izquierda, permitiéndole ver una repisa de roca que poseía tres libros prohibidos de magia y cogió el más grueso que estaba situado en medio de los otros dos. Buscó sin vacilaciones entre las páginas hasta dar con la indicada, colocó su dedo índice sobre el título y le dio tres ligeros golpeteos consecutivos con la yema del dedo.

Tres días más tarde, Thor regresó a Asgard, hiperventilando a la entrada del palacio y dando trompicones por los pasillos, mientras sufría de hipertermia. Un par de guardias corrieron en su ayuda al verlo y otro fue en busca de Odin y Frigga para comunicarles el regreso de Thor además de su terrible estado. Pues, su macilento aspecto dejaba mucho que pensar de su viaje a Midgard y su temprano regreso a Asgard dejaba entre ver el inexorable y enervante malestar que aumentaba en su fatídico estado de salud.

Principe del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora