Culpa mía.

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Al tenerlo allí fastidiándome sabía que mi carácter peligroso saldría a la luz y no me haría responsable de lo que mi poca fuerza y toda mi rabia puedan causarle a este exasperante chico que se encontraba maldiciendo aquellos pocos minutos de mi existencia. Y no después de mucho tiempo ya no pude soportar su irritante voz. Colmó el pequeño vaso que tengo de paciencia. Ésto lo lamentaría y, al parecer, yo también.

Fui caminando hasta el estante repleto de cubiertos, pues allí se encontraban las preciadas servilletas que el mocoso me ordenó que colocara en la mesa. Pero por supuesto que no es en la mesa en donde estaba planeando que estas acabaran, pues no se me pasó por la mente hacer lo que él había pedido; no me gustan las órdenes, las aborrezco.

Tomé el paquete de servilletas y se la lancé justo en la bonita cara que tiene. Pero él sonrió al instante, sólo para luego levantar el paquete del piso e imitar lo que yo había hecho. Pero vaya que lo hizo mal, pues las servilletas salieron expulsadas y aterrizaron todas en el antes limpio suelo de la cocina.

Yo comencé a reír por la gran tontería que Thomas había cometido pero supongo que a él no le causó mucha gracia haber hecho un total desastre en la cocina de su casa por supuesta culpa mía, pues comenzó a acercarse lentamente cada vez más, lo que me pareció absolutamente extraño, pues no le encontraba el sentido al hecho de acercarse a una persona luego de hacer hecho una idiotez por cuenta propia. Su cercanía logró incomodarme.

Retrocedí instantáneamente, pero en cuestión de segundos ya no tuve escapatoria, pues mi cuerpo se había topado por un gran mueble a mis espaldas. Decidí que debía alejarlo de alguna manera, arrojarle algo o cosas de ese estilo. Así que pasé mi mano por todos los gabinetes que se encontraban detrás y sobre mí, sin saber qué podría llegar a caer de allí ni lo peligroso que podría resultar.

Pero eso fue lo que paso definitivamente. Mis manos se chocaron con una especie de frasco que contenía condimentos de distintas clases, las cuales no perdieron su tiempo y cayeron todas sobre mí, dejándome cubierta de esos polvillos con aromas peculiares que no eran para nada placenteros tener tan cerca de las fosas nasales y mucho menos esparcido por todo el cuerpo.

Tal vez esto no era muy peligroso que digamos, pero en sí no me estaba refiriendo a esto cuando mencioné lo riesgoso que podría ser actuar sin pensarlo antes, sino a lo que pudo llevarse a cabo luego de volver a intentar alejar a Thomas de mí. Y todo comenzó con una simple risa que consiguió llenar de ira cada parte de mi cuerpo que de por sí ya estaba por estallar, debido a la actitud que yo podía tomar en situaciones como estas.

-No puede ser.- Thomas comenzó a reír desenfrenadamente, pero ésta vez fue a mí a quien no le causó nada de gracia lo anterior.

Pero no me quedé allí parada, cubierta de especias y con mi primo riéndose de mi aspecto justo en frente mío. No, eso no iba a pasar. Soy temperamental, y debo agregar que soy impulsiva y un tanto prepotente así que lo siguiente sólo fue un impulso que no tuve la intención de evitar. Pero a la vez me pongo a pensar en lo que hubiese ocurrido si yo no tuviese aquella enfermedad, y creo que las cosas no serían muy distintas pues a cualquiera le llegaría a hervir la sangre al tener a una persona tan desesperante en su vida.

Ya no lo pensé y volví a meter la mano en uno de los cajones del estante que se encontraba detrás mío y de allí saqué otro frasco, el cual tomé entre mis manos y lo sostuve con fuerza. No era lo más pesado que había cargado pero tampoco tenía el peso de una pluma. Perfecto para hacer algo de lo que cualquiera tendría miedo, pero se trataba de mí, el miedo no existe en momentos decisivos para Jacklyn.

¿Y que rayos fue lo que ocurrió luego? Podría decir que ni siquiera yo logré entenderlo, las cosas pasaban sin que yo tuviese tiempo de pensar en si debía hacerlo o no; era nada más una cuestión de hacerlo y luego aceptar las consecuencias que esto traiga. Arriesgado, al igual que yo.

Sí, por supuesto que ésta es la parte peligrosa de la que había mencionado antes, pues yo realmente no sabía lo que había adentro de aquel insignificante frasco, no pensé que eso importara mucho en aquel momento en donde los pensamientos debían ser reducidos para ahorrar tiempo. Pero sí, era de mucha importancia al parecer, pues el maldito recipiente contenía tenedores.

Mi respiración comenzó a entre cortarse al notar aquel pequeño detalle que antes no me había llamado la atención. Pero el aire que contuve se fue calmando luego de notar que sólo se trataba de cubiertos de plástico. Oh, eso no era para nada peligroso y, si ignoramos el hecho de que el frasco estaba hecho de vidrio, a nadie le importarían los sucesos de aquella tarde, nadie tendría en cuenta lo que había pasado y las cosas serían como antes. Pero por supuesto que significó mucho; el ruido fue tremendo.

-¡¿Acaso estas loca?!- Thomas se alteró de sobremanera. Yo quería reír al igual que él lo había hecho antes, pero las carcajadas no salían de mi boca.

Tal vez me sentía culpable de las pocas cortaduras que los vidrios rotos le habían hecho a sus tobillos, o tal vez porque ya era consciente del castigo que iba a recibir por esto..

Maldición.

-¡¿Pero qué fue lo que ocurrió aquí?!- dijo mi madre, entrando a la habitación.

Al oír aquella voz, ambos intercambiamos miradas y luego nuestros rostros tomaron direcciones distintas.

-Déjeme explicarlo.- habló Thomas.
-Adelante.- dijo mi tía esta vez.

Ambos lo explicamos como pudimos pero eso no nos salvó del gran castigo del que nos enteraríamos dos días después de lo ocurrido. Nadie lo imaginaba y por mi parte podía haber dicho que por como habíamos dejados las cosas todo estaba olvidado. Eso fue lo que yo pensaba y supongo que Thomas también porque antes de retirarnos de su casa esa noche a él se lo veía despreocupado en realidad.

* * *

06:30 AM.

Abrí los ojos y me levanté de la cama de un pequeño salto, luego fui al baño de mi habitación, cepillé mis dientes y bajé a desayunar. Es bastante estúpido de contar pero debo hacerlo, pues la parte interesante y realmente horrible viene a continuación.

Tomé un par de rebanadas de pan y los coloqué en la tostadora. Calenté un poco de leche y le agregué azúcar y granos de café. Saqué los panes de la tostadora y los serví en un plato que esperaba disfrutar mientras veía algún programa en la televisión. Pero llegaron mis padres y, antes de que pudiese abandonar la cocina..

-Hija, tenemos que hablar.

Jake, estás en problemas.

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