¿Cómo se supone que llegamos a esta posición? No lo sé, realmente no lo sé. Tampoco sé si todo esto explotó gracias a mi error o debido al tuyo, o, incluso, a una especie de mezcla entre aquellas dos fallas de este ridículo espectáculo.
Recuerdo perfectamente mi error. Para que lo sepas, no es más ni menos grave que el que tú has cometido. Somos igual de culpables y talvez por ello es que evitamos a toda costa el cruzar nuestras miradas. Aun así, duele.
Duele recordar los ojitos brillosos con los que alternabas tu vista de mí a ella y de ella de nuevo a mí, conteniéndote para no lanzar ríos de lágrimas ante la vista que se les presentaba, estremeciéndote por completo y mordiendo el interior de tu boca para no gritarme lo primero que se pasaba por tu cabeza, como supongo que querías. No tuviste que haber hecho aquello, me tenía bien merecido cualquier insulto que hubieras espetado.
Pero no, no lo hiciste. Preferiste el murmurar mi nombre en un tono débil, frágil... con aquella tierna tonalidad que miles de veces empleaste cuando querías que realizara algo aunque yo no lo deseara, aquella con la que nunca fui capaz de negarte nada por más idiota que fuese. Mi perfecto talón de Aquiles.
El mismo susurro fue mi punto de quiebre. No sabes cuánto me dolió el verte así, ¿dónde estaba tu eterna sonrisa? ¿Qué había sido de ella?
Y cuando al fin logré salir de mi trance, ya no estabas. Podía escuchar tus pasos perderse en alguna parte de la ciudad, corrías muy rápido, talvez, con el fin de que no te alcanzara. Mas no tenías de qué preocuparte, no te seguiría.
Dolía, sí, dolía mucho, pero ahí yo no era el único idiota.
Si mal no recuerdo, Luffy, remontándonos a varios minutos atrás, quien besaba hoscamente a aquel ojeroso sin notar mi presencia, quien fue el primero en importarle poco el tener novio, quien traicionó en un segundo lo vivido en años juntos, no era yo. ¡Quién me dejó caer sólo fuiste tú!
¿Lo disfrutaste? Espero que no. Espero que, aunque sea por un instante, me recordaras a mí, a este estúpido idiota que ya no puede imaginarse un mañana sin ti. Dime, ¿Qué te puede ofrecer? ¿Qué me hace falta? ¡¿Qué tiene él que yo no?!
Y sí, salí de ese lugar dando un estruendoso portazo sólo para que te enteraras de que alguien había visto tu traición, supuse que sobrentenderías de quién se trataba. Lo que no esperaba era que me siguieras. Pero cuando me percaté de ello, tal fue mi ira y mi poca capacidad para controlarla que opté por hacerte pasar por la misma arrolladora sensación que me hiciste experimentar a mí. Debí pensarlo mucho mejor.
¿Sonaría muy mal el decirte que no tengo ni la más remota idea del nombre de la persona a la que besé? Me parece que sí. Aunque es la verdad, a ella solamente creo haberla visto en uno que otro entrenamiento de kendo y haberme dado cuenta de aquello, ya es demasiado. En fin, distinguí su rostro entre tantos otros, ella me observaba fijamente a través de sus lentes y de alguna u otra forma recordé cierta conversación con cierto estúpido cocinero en la que él afirmaba que aquella azabache estaba más que encantada conmigo. Hasta ese momento me había sido indiferente, talvez porque con que tú estuvieras a mi lado, ¿acaso alguien más importaba? Pero en ese momento no lo pensé dos veces, me giré y, procurando el que lo vieras en primera fila, la besé.
Más la mente es contradictoria y a mí me jugó una mala pasada. En primer lugar, al recordarme a cada tanto que tal gesto era repugnante, sin punto de comparación con tus dulces labios y en segundo, gracias a que, por esa misma razón, terminé imaginándome con que a quien besaba era a ti. Sólo así pude hacerlo. Lastimosamente, la conciencia no es buena mintiéndose a sí misma; no tardé mucho en separarme de esa temblorosa mujer y al instante siguiente la carga de culpa me invadió por completo. Tu carita a punto de llorar sólo empeoró mi propio remordimiento.
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Orgullo [ZoLu] One-shot
FanfictionSé que la culpa puede ser tuya como también puede ser mía, dado al caso, no importa. El conflicto se ha desatado, ahora sólo nos queda el arreglarlo, el tal, sé que es lo que los dos deseamos. Pero... ¿seremos capaces de conseguirlo?