Prólogo

45 2 1
                                    


Los adultos siempre dicen que los jóvenes nos quejamos mucho. Que les gustaría volver a nuestra edad para poder hacer todas las cosas que son propias de nuestra edad (pero que ellos mismos no nos permiten hacer). Es el momento de hacer locuras, de vivir aventuras, de conocer gente... Supongo que esa es la mentalidad cuando tienes 15 años.

¿Pero qué pasa cuando tu compañero de aventuras decide que ya ha vivido suficientes contigo? ¿Qué pasa cuando una persona que te completaba casi en cada aspecto decide que es el momento de separarse? Lo que pasa es que duele.

Mi nombre es Alison, tengo 15 años y mi mejor amigo acaba de abandonarme. Era algo que se veía venir, pero yo me resistía a pensar en que podría traicionarme. En realidad fui muy idiota al pensar que era mi amigo. Obviamente no dejó de ser mi amigo de la noche a la mañana, sino que fueron pequeños detalles que hicieron que se distanciara de mí y que llevó a que dejásemos de hablarnos. De hecho, hicimos como si el otro dejara de existir completamente.

Todo nuestro grupo de amigos estaba compuesto por compañeros del instituto: Matt, Mia, Andrea, Lucas y yo. Matt era mi mejor amigo y además es jugador de fútbol en el equipo del instituto. Quizás haya sido esa última parte la que ha hecho que nos distanciásemos. Habíamos visto juntos muchísimos partidos, incluso yo había ido a verle los fines de semana. Pero había encontrado otra gente con la que compartir esos momentos. Para él era complicado mantener dos grupos de amigos tan diferentes, así que se decidió por una. 

Una de las primeras veces en las que me dicuenta que Matt ya no era el mismo, fue un día en el instituto. Él siempre comía con los jugadores del equipo de fútbol, aunque eso no era algo que nos importase al resto. Nosotros estábamos esperando nuestro turno para coger la comida, cuando un par de chicos pasaron por delante de nosotros, con todo el morro.

- ¡Eh, vosotros! – grité – Nosotros estábamos primero – no conocía personalmente a los chicos que se habían colado, pero sabía que eran de cursos superiores y que pertenecían al equipo de fútbol.

- ¿Nos hablas a nosotros? – uno de ellos me encaró. Era bastante alto y musculoso.

- Sí, a vosotros – noté como una mano me sujetaba del brazo para hacerme retroceder. Era mi amiga Andrea. - Suéltame Andrea, no hace falta que me sujetes. – Me dirigí a mi amiga.

- Mira pequeña – otro de los chicos se dirigió a mí – Más vale que te dejes de tonterías si no quieres que a partir de ahora el instituto se convierta en un infierno para ti.

- Déjalo estar, Alison – me dijo mi amigo – No pasa nada por pedir la comida cinco minutos más tarde.

- Tu novio sí que sabe lo que le conviene – otro de los chicos tocó el hombro de Lucas antes de darnos la espalda de nuevo.

- ¿Te has vuelto tonto? – le susurré a mi amigo - ¿Cómo que no pasa nada? Si tanta hambre tienen que vengan antes a por la comida.

- Alison, sabes que no vas a conseguir nada discutiendo con ellos. Son los dueños del instituto – me intentó tranquilizar Mia.

- Y una mierda. No le pertenezco a nadie – bufé.

Ya habíamos terminado de comer cuando vi pasar a mi amigo por nuestro lado, acompañado por ese par de orangutanes y unos cuantos más. Y no sé por qué razón lo hice, quizás para hacer ver a esos grandullones que yo también tenía un lugar en el instituto, pero llamé a Matt.

- ¡Matt! – Me levanté de la mesa y le frené cogiéndole del brazo. - ¿No me escuchas? Parece que alguien necesita un lavado de oídos – le dije en modo de broma.

Solo yo puedo hacerte dañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora