Capítulo uno:

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Tome mi taza de café para llevar en las manos, llenandome de esa sensación de calor por unos segundos. Lana, mi mejor amiga estaba concentrada en el camino frente a sus ojos. Esta mañana se había tomado la molestia de comprar café de camino a la escuela.
Ya siendo nuestro último año se  nos venían unas cuantas cosas por delante. Como exámenes, entregas de proyectos, las pruebas para la universidad, y el baile de graduación.  Esperaba tener el tiempo suficiente para alcanzar todas mis metas en los siguientes y finales tres meses. 

Al llegar, tomamos nuestras cosas y bajamos del auto apresuradas, intentando que la llovizna no nos mojara mucho.  Estos últimos dos dias habia estado lloviendo de continuo, haciendo un clima frío y húmedo. Gris. En la puerta de la escuela nos esperaba Dylan, perdido en algo en la pantalla de su celular.

Dylan y yo habiamos sido amigos mucho antes que con Lana. Dylan y yo crecimos como hermanos prácticamente. Cuando me mudé al entrar a la primaria, el vivía en la casa de al lado, por lo que ir y volver de la escuela lo haciamos juntos. Y con el correr del tiempo nos hicimos buenos amigos. Al punto que hoy en día estabamos por graduarnos, e ir a la universidad juntos. ¿Quién diría?

Dylan Larson, era unos meses mayor que yo, de mi misma estatura, lo que lo hacia bajo para ser un chico. Tenia la tez clara, y el pelo oscuro, ojos azules. Siempre tenía esa expresión divertida en la cara, y normalmente no se preocupaba por mucho.

-Buenos días, señoritas. ¿Cómo han amanecido esta mañana gris de Marzo?
Sonrió saludandonos con un beso en la mejilla.
-Bien hasta el momento en que te vi, Larson- se quejó Lana, bromeando.

Lana y yo nos hicimos las mejores amigas hace unos años atrás, después de hacer unos trabajos de historia juntas. Habiamos pasado tantas horas leyendo páginas, que al final del día terminamos riendo sin sentido a causa del cansancio. Luego de eso vinieron charlas, salidas juntas. Y ahora estabamos planeando ir a la misma universidad, junto con Dylan, y poder unirnos a alguna fraternidad de chicas, solo por la experiencia. 
Lana y Dylan en un primer momento se habían odiado realmente. Digamos que Dylan con catorce años era aun más estupido que de costumbre. Un dia ambos se cansaron de pelear, y mágicamente lograron llevarse bien. Aunque de vez en cuando se recordaban, en broma, que nunca serían amigos.

El timbre de entrada nos indicó que debíamos ir a clases, junto con las otras personas que pasaban apuradas a nuestro lado. Solté un suspiro, y me dirigí a paso tardío a la clase. No había nada que me apurara.

El día transcurrió en una tranquila monotonía, así como todos los días anteriores. Lo único que me sacaba de mi aburrimiento de las clases era mi entrenamiento con el equipo de baseball de la escuela. Lo sé, normalmente las chicas practican con las porristas, pero no yo. Prefería jugar antes que alentar con faldas cortas y tops que dejan ver el ombligo.
Saludé a mis compañeros de equipo, y comencé a correr para entrar en calor. Estábamos cuartos en la tabla de posiciones del campeonato local, por lo que el entrenador nos exigía un ciento diez porciento de nosotros en cada práctica. 
Lo que me gustaba de aquello, era que por un momento todos dejabamos de tener un género. No eramos ni chicas, ni chicos. Eramos un equipo, y todos dabamos por igual, jugabamos por igual.

Al final de la practica, ya llegando la tarde, limpié el sudor de mi frente y me marché a casa. Por suerte había dejado de llover cerca del mediodía, lo que me dejaba una caminata en paz.
Llegué, saludé a mis padres, quienes estaban concentrados en unos papeles, seguramente trabajo. Había algo que hervía en la cocina, desprendiendo un olor exquisito, abriendo mi apetito aún más.
Me apresuré a bañarme. Preferia mil veces la ducha en la noche que a plena mañana. Hacía mi sueño mucho mas liviano y llevadero.

Agradecí a mis padres al tener mi propio baño, lo que lo hacía mucho más personal e íntimo. Aunque no fue así en un principio. El baño que ahora era mío, años atrás había pertenecido a mi hermano Derek, quien ahora estaba en la universidad estudiando derecho, que creo que en parte es por complacer a mis padres con respecto a su futuro.

Derek y yo, por mas de tener algunos años de diferencia, nos llevábamos bien. Una vez que yo necesité de él, siempre estuvo para escucharme y aconsejarme, cosa que agradecía un montón. Solía darse una pasada por casa al menos una vez al mes. Venía con su novia, Tiffany, y se quedaban un fin de semana. Jugabamos un poco de baseball, mirábamos peliculas hasta tarde, y jugabamos juegos de mesa. Tiffany era tímida y callada la mayor parte del tiempo, pero cuando hablaba se hacía escuchar. Hacían una linda pareja, yo estaba feliz por él.

Una vez que me bañé, me vestí ya con mi pijama, y seque mi pelo rojizo, el cual me hacía cosquillas en el cuello. Me agradaba tener el pelo corto. Era más fácil de manejar, más rápido de secar. Y le daba un toque más natural a mi cara marcada. Con el pelo largo, las facciones de mi cara parecían no tener mucha gracia...

Hice mi tarea antes de cenar, y luego de tener mi estomago satisfecho me acomodé en la cama, para dormir.

Y así básicamente, eran mis días.

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