Una nota.

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Narrado por Merida.

No recuerdo lo que pasó después de aquella noche. Realmente no lo recuerdo, entré en un estado en el que mi mente estaba separado de mi cuerpo y mi cuerpo de mi mente. Era como si realmente no me importará nada de lo que estaba a mi al rededor, incluso tengo un vivido recuerdo de mis hermanos tratando de animarme y mi madre preguntándome si estaba bien. Creo que yo le había respondido que si únicamente para no preocuparla más de lo que ya estaba. Y eso es todo.  Incluso ahora que me en encontraba caminando hacia el pueblo no recordaba todo el trayecto que había recorrido para llegar aquí,  me sentía como si fuera una extraña.  Había veces en que simplemente quería sacudirme esa sensación y volver a ser yo misma pero... Algo me mantenía atenida a aquel sentimiento.  Como si me atrapara cada vez que trataba de liberarme.
Continúe caminando por los bosques hasta que a lo lejos pude ver la pequeña aldea.
"Llena de hipócritas. " dije orgullosa por mi comentario pero también algo triste ya que sabía que mis padres realmente se estaban esforzando para agradar a aquellas personas,  sin embargo,  yo preferiría no seguir si trillado juego que ya me había  cansado por completo.
Trataba de pensar en otra cosa o al menos distraerme con lo que me rodeaba pero al final siempre terminaba recordando la noche en que Hiccup me había dicho que nos encontráramos en aquella planicie que de pronto se había vuelto nuestro lugar... O al menos eso había creído pero ahora me daba cuenta de que había sido una ilusa y que nunca debí haber dado por sentado aquella promesa.
¿Por qué me sentía tan decepcionada?
¿Por qué había decidido creerle?
Ya había pasado unos días luego de eso y ya no me sentía tan enfadada como al principio, solo sentía que aquella rabia había sido sustituida por un amargo sentimiento.
No sabía que hacer al respecto... No sabía que hacer
Pero esto no debía afectarme tanto,  Hiccup nunca había querido nada conmigo, o si lo hubiera querido me lo hubiera dicho... Pero simplemente había jugado con mi mente...debía de dejar de pensar en eso.
Caminé directamente hacia aquella aldea y de pronto el pasto por el que caminaba había sido sustituido por un suelo lleno de adoquines que se extendía por todo el lugar como si fuera un camino que pudiera sacarme de aquí.  Miraba a los niños que jugaban con los arcos y sus flechas a dispararse entre si-claro que las flechas que usaban eran únicamente pequeñas ramas con decoraciones como plumas o pequeños tallados en ellas-que corrían a mi alrededor.  Nunca habría pensado que aquella escena algún día llegaría a  captar mi atención pero en aquel momento sentía que no podía separar mi mirada de aquellos niños... Yo había decidido nunca tener niños... ¿Por qué sentía esa sensación de calidez al verlos? Como si mi mente comenzará a adaptarse a la idea de tener niños...NO...yo nunca haría algo así como  alguien.
Entonces pensé en Hiccup sin poder evitarlo.
No.
No.
No.
No si quiera con él.
Mis mejillas se enrojecieron a causa de la vergüenza.  Por primera vez me sentí aliviada de que nadie pudiera escuchar mis pensamientos.

-Respira, Merida-me dije a mí misma cerrando mis ojos y luego abriéndolos rápidamente.

Había que olvidarlo.

Me senté en una de las pequeñas cajas que se encontraban tiradas cerca de una casa y levanté un poco mi vestido para poder evitar que se ensuciara.

Miré el cielo y pude notar que pronto llovería pero aún no me sentí con ánimos de irme en aquel momento creo que prefería llegar empapada...

Miré hacia enfrente. Los niños continuaban jugando, podía escuchar sus risas suaves que llenaban el ambiente provocándome una verdadera sensación de tranquilidad.

Suspiré y cerré mis ojos sintiéndome demasiado cansada como para  volver a abrir mis ojos, casi no había dormido, me la había pasado caminando por mi habitación inquieta y ahora mi cuerpo me exigía descanso.

Inhalé y pronto mi interior se llenó de aquel fresco aire que me rodeaba.

Las risas no se detuvieron pero de pronto sentí que una pequeña mano rodeaba la mía, era cálida y parecía estar llamándome pero yo no quería abrir mis ojos, si lo hacía todo regresaría a la normalidad.

-Señorita-dijo el pequeño niño sacudiendo mi mano con la suya que era visiblemente más pequeña.

Abrí mis ojos y traté de esbozar una sonrisa a aquel pequeño de ojos azules y cabellos dorados, su piel era casi tan blanca como la mía, sin embargo, la suya parecía haber estado demasiada expuesta al sol.

Él me devolvió la sonrisa y sentí que una sensación cálida y reconfortante crecía en mí.

-Señorita-repitió y me tendió una pequeña nota, yo la tomé como si se fuera a evaporar en mis dedos y la abrí lentamente algo desconcertada.

"Mi pequeña princesa.

                           -H"

Miré al chico que miraba a sus amigos como si quisiera ya retirarse pero antes de que pudiera hacerlo toqué levemente su hombro para llamar su atención, él me miró algo desconcertado y sonrió de nuevo de manera inocente.

-¿Quién te ha dado esto?-pregunté temiendo la respuesta.

Mi corazón latía con fuerza y mi respiración se volvió entrecortada...aquella presión en mi corazón reapareció.

-Ese chico-dijo él y salió corriendo lo más rápido posible para volver con sus amigos.

No.

No.

No.



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