Querido diario, sospecho que mis papás o mejor dicho; mis papás andan muy serios conmigo y no me lo quieren decir. Sam me dijo que debo darles tiempo porque el abandonar el convento y el renunciar a ser monja fue algo que ellos jamás esperaban... ahora, ¿cómo actuarían si supieran de mi relación con Adrián? ¡Diantres! ¡No quiero ni imaginármelo!
El día de hoy Sam me convenció de que fuera con ella a la ciudad para comprar una ropa, comer algo e ir a los mall. Eso me despejará y así fue, salimos a eso de las 9:30 a.m. pero al despedirnos nuestros padres actuaron indiferentes conmigo entonces salimos y tomamos el bus que no pasa tan seguido como quisiera pero bueno una vez sentadas dentro de éste, Sam y yo hablamos en tono bajo:
-¿Aún te duelen las piernas de la caminata? ¡Je, je, je!
-¡Ay Sam! ¡Ji, ji, ji! No sigas con el tema... -Le dije sonrojada y riendo.-
-Cuando te muerden o golpean con fuerza es muy triste...
-¡Sam basta!
-¡Je, je, je!
Mi melliza siempre me hacía reír hasta de temas que no me gusta hablar por eso Sam es simplemente; Sam. Así llegamos a la ciudad donde fuimos de compras, al cine donde comimos palomitas al ver la película y luego pasamos por algo a una pizzería, ¡diantres! ¿Cuándo en el convento podría hacer esto? ¡Pues nunca!
Luego pasamos a una farmacia porque mi hermana necesitaba comprar pastillas anticonceptivas y preservativos. Cuando le pregunté del por qué comprar de los dos, que si con las pastillas no eran suficientes; ella dijo que uno nunca sabe en qué momento podrías necesitar de ambos pues si no encuentras las pastillas, están los preservativos. Y yo le tomé la idea e hice lo mismo.
Después fuimos a su departamento donde vimos las ropas que compramos, parecíamos dos niñas por lo contentas que estábamos luego vimos una película que tenía mi hermana guardada. Eran ya las 4:30 p.m. y decidimos volver a casa... estábamos cansadas y queríamos llegar rápido por lo que tomamos un taxi llegando casi a las 5:00 p.m.
Bajamos de éste el cual se fue de inmediato y algo que nos asustó era ver la casa completamente oscura, ninguna luz estaba encendida y la puerta del frente estaba abierta. Parecía que se habían ido o... ¿les habrá pasado algo a papá y mamá? Todo estaba en silencio mientras que Sam y yo veíamos la escena con miedo.
-¡Sam! ¡Esto me...asusta! La casa... está abierta y a oscuras... ¡no es normal!
-¡Para nada, Yam! Papá y mamá tienen a esta hora las luces encendidas... al menos la del corredor...
-¡Hay mucho...silencio, Sam! ¡Esto no...me gusta...nada, Sam!
La casa parecía desolada y ambas teníamos miedo. ¡Diantres! ¿Qué fue lo que pasó aquí? Nuestra casa se ve como de una película de miedo y sólo se sentía una gélida brisa. Así nos acercamos casi abrazadas porque estábamos asustadas y caminamos despacio con la mirada fija hacia adelante. Llegamos al corredor y desde ahí vimos todo oscuro adentro.
-¡Acerquémonos más, Yam! Veamos qué pasó... -Dijo Sam en voz baja.-
Yo asentí sin decir palabra entonces nos acercamos a la puerta con mucha cautela. Una vez en la entrada vimos que el interior de la casa estaba completamente a oscuras y un silencio sepulcral que me erizaba la piel, ¡diantres! Yo temblaba tanto que parecía que tenía el mal de sambito. Asomé la cabeza con Sam detrás de mí y en eso se oyó adentro que algo cayó al suelo y oí que callaron a alguien en el interior (shhh...).
-¡Sam! Llamemos a la policía...
No terminé de decir la frase cuando mi hermana me dio un fuerte empujón echándome a dentro de la casa; las luces se encendieron de golpe a la vez que unas voces gritaron fuertemente: "¡¡SORPRESA!!"
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Diario De Una Monja.
Novela JuvenilÉsta historia está dirigida al público mayor de 18 años. Lenguaje explícito. Estas son las vivencias de una joven monja llamada Yamileth quien desde los diecinueve años escuchó el llamado para formar parte de la fe en todo el sentido de la palabra...