Capítulo 5.

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- Tía, tienes que salir.
Últimamente estaba muy apagada, así que quizá salir me haría bien.
Era verano, así que casi solo saliamos de noche. No era una fiesta exactamente, sino pasar toda la noche de un miércoles bebiendo con cualquiera que estuviese lo suficientemente perdido como para querer unirse al plan.
- Ve a las 12 al gimnasio y esperame, estarán unos amigos.
No me gustaban sus amigos, pero era Leire y ahora no la podía decir que no.
Salí un poco tarde, ya que ella se podía demorar más de una hora y no me agradaba la idea de estar con gente que ni si quiera se había dignado en explicarme quienes era, supuse que porque ella imaginó que entonces no querría salir con ellos.
- ¿Hola? - Saludé a dos chicos que estaban sentados en el suelo.
- Hola.
- Soy Maya - Dicho esto me senté junto a ellos y encendí un cigarrillo.
Les oí hablar mal de Leire, respecto a cuanto tardaba, a lo cual tuve que unirme a la conversación.
- Siempre es así, hay que admitirlo. Y cuando llegas tarde tú, ella ya está como una cuba.
- Entonces deberíamos empezar a beber - Uno de los chicos sacó una botella.
Era Ballentine's. El chico, respecto a lo básico, se podría comparar con la botella; bajito, moreno de piel y de cabello, ojos color Coca-Cola.
El otro era más alto, de cabello castaño, casi sobre los hombros, ojos parecidos y más bien pálido.
Me sirvieron en un vaso con Coca-Cola, y permanecí prácticamente en silencio hasta que el alcohol me hizo dejar a un lado mi odiosa timidez.
Entonces comenzamos a hablar de cosas sin importancia, como música y anécdotas.
Sin duda, ese era mi momento favorito de la noche, cuando daba la sensación de que realmente te llevabas bien con los que te rodeaban, cuando te dejabas coger confianza.
Pero ese momento no solía durar, lamentablemente.
- Pues bien que me habeís esperado - Nos "saludó" Leire.
Entonces comenzamos a abuchearla.
- Si tú nunca esperas, borracha "ajquerosa" - Le contesté.
Ella no tardó nada en servirse, y pronto comenzamos a quedarnos sin nada de lo que hablar.
- ¿Quién se apunta a jugar a prueba o verdad?
En ese momento comencé a agujerear a Leire con la mirada. La conocía bien, y ese estúpido juego no era más que una excusa para acabar liándonos todos con todos, "puterío", que lo suelen llamar, camuflado de malas maneras. Y eso quería decir, y estaba muy segura de ello, que le había echado el ojo al alto.
Realmente no era feo, pero yo no había salido de casa con semejantes propósitos.
- Por favor, no, otra vez no - Intenté poner cara de pena, aunque seguramente pareciese un animal recién atropellado.
- Venga tía - La frase del mes, intenta convencer a tu amiga que está harta de la humanidad de hacer cosas con las que tú quieres experimentar, a su costa claro, porque sola no te atreves.
La iba a matar.
Pero siempre se sale con la suya, así que jugamos.
Se fijaron las reglas, y no podía estar menos de acuerdo. Solo haríamos prueba y, por si no era bastante, si te negabas a hacer algo tenías que quitarte una prenda.
En las primeras rondas eran pruebas absurdas; "bebe directamente de la botella", "salta esa valla y vuelve", "llama a ese timbre y huye", "baila alrededor de esa farola" o "canta esto o lo otro".
A medida que avanzaba la noche y el alcohol en el cuerpo de Leire, a la que se veía ansiosa, las pruebas comenzaban a subirse de tono.
- Maya, corre en bragas hasta el final de la calle y vuelve.
Quise matar a mi amiga pero, total, eran las cuatro de la mañana y nadie iba a verme.
Ella ponía casi todas las pruebas, así que ahora fue a por el moreno.
- Isaac, hazle un calvo a tu amigo - Yo no sé que pretendía con eso realmente, así que ni si quiera miré y me centré en mi vaso.
- Daniel, te toca - Yo empecé a contener las carcajadas -. Dale un piquito a Maya.
Y yo me había ilusionado para nada. En fin, le dí su piquito y cuando hubo que ponerle la prueba a ella le dije que hiciese lo mismo, supuse que era lo que quería.
Aún quedaba yo, y Leire estaba en camino de abrir esa bocaza que a veces tiene.
- Maya, mi amor, quiero que beses a Daniel. Ya sabes, con lengua y todo eso, durante dos minutos.
Casi le escupo el cubata en la cara.
Estaba casi histérica y se me tenía que notar en la cara. Supuse que era para que en la siguiente ronda yo la hiciese lo mismo, pero aquello era rastrero.
Realmente no era para tanto, un beso, ¿qué, me iba a pegar herpes?.
Total, lo besé mientras ellos estaban cronometrando con el móvil.
No fue nada especial. No era desagradable, ciertamente, pero estaba lejos de ser agradable.
Acabó el tiempo, y resultó que había medio minuto más en el cronómetro, así que le pasé el brazo por encima de los hombros a Isaac, que parecía desplazado, y sonreí lo más parecido que pude a una lunática, lo que tratándose de mí debió de ser idéntico.
- Ahora te pondré yo la prueba a ti, quiero que hagas lo mismo que he hecho yo pero con Leire.
Casi se me cae el alma de ver la cara de mi amiga, pero que se joda, ¿no era solo un juego?, ¡pues toma juego!.
Luego me acerqué a Daniel y con un codazo le indiqué que les iba a obligar a estar más tiempo. La verdad es que Isaac parecía mucho más encantado que mi amiga.
A los tres minutos les paré, y seguimos con el juego.
- Daniel - Corrió a decir Leire -, cómele el cuello a Maya, hasta que yo diga.
- ¡Mi punto débil, puta! - Lo dije sin pensar, y habría sido mejor callarse.
El chico se me acercó y empezó a hacerlo con más pasión de la que correspondía a un juego de ese estilo durante un tiempo que pareció eterno.
- Chicos - Nos cortó Isaac -, yo me tengo que ir.
Se levantó deprisa y se despidió con la mano.
- Mierda - Masculló Leire cuando el chico se hubo alejado un poco -, yo también.
Nos abrazó a mi y a Daniel, y se fue.
- Ahora no pintamos nada los dos solos - Le dije como quien no quiere la cosa.
- ¿Dónde vives?
Le indiqué un poco.
- ¡Me pilla de paso! Te acompaño.
Echamos a andar, bastante callados.
- Maya - Me llamó, y yo me giré para ver que quería. Entonces, puso mi cara entre sus manos y se lanzó a besarme sin dejarme reaccionar.
Sus besos no estaban mal. Sabía como llevarlo, pero era muy repetitivo, así que le mordí el labio inferior, con lo que él soltó un gemido.
Mientras nos besabamos, comencé a reflexionar. ¿Por qué no le quitaba de encima y le mandaba a paseo? Había algo en mí que no me dejaba, como si "no pudiese dejar al pobre chico así", y no tenía valor para ello.
No quería, ni no quería realmente así que, lejos de dejarme llevar, dejé que me llevase a un lugar escondido donde él se sació conmigo.
Era sexo repetitivo, con ansia por su parte y sin ninguna emoción por la mía. Empezó a molestarme al rato, supongo que por la brusquedad de la situación. Me daba mucha vergüenza pararle... así que esperé a que terminase, fingiendo para "hacer algo".
Y finalmente ni si quiera me acompañó a casa, ni le pillaba de paso.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2016 ⏰

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