✝ P R O L O G U E ✝

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Mi tatarabuelo vino a mí un día, me dijo:

—Tú que eres el portador de mi sangre que no tiene deseos de sangre ni de guerra, tú harás que esta historia siga su paso por el tiempo.

En esa historia mi tatarabuelo me relato como era la vida de su abuelo, una vida antes de nuestra aldea, me costó imaginar agua donde había polvo, árboles donde era el campo de batalla y un color en el cielo diferente al anaranjado con nubes de sangrientas a la que estaba tan acostumbrado; como los hombres querían formar naciones con solo cuatro personas y sus esposas, como esos hombres tomaban niñas de mi corta edad para que sean suyas sin el permiso de sus padres, la razón era que, por un tiempo, los padres no existían.

Mi tatarabuelo me hablo de su nacimiento, como respirar hacía su nariz picar, el peso del mundo sobre su cuerpo, según que lo primero que movió fue su pie de arriba abajo, sintió placentero el frío de lo que se llamó tierra, pronto su pecho dolía y por puro instinto se empujó a sí mismo hasta arriba. Usando sus manos por primera vez para que un resplandeciente sol ardiera sus ojos, pudo oler la tierra fresca, una tierra nunca antes pisada y mucho menos manchada con sangre, no había hombres gritando ni mujeres llorando, todo lo que se oía era el cantar de aves. Dijo; que donde él estaba, el piso tenía diferentes colores y se podían ver las estrellas moviéndose lentamente, el cielo tenía mezcla de colores vehementes para alguien que recién llegaba a la vida, azul y tonos de morado hechos por un maestro o un Dios primerizo.

Las estrellas estaban existían junto con el sol, nada más. Faltaba la luna.

A unos pasos del abuelo de mi tatarabuelo vio a un hombre sonriente con una pala echa completamente de madera, su rostro era común, no había nada destacable en él.

Lo miró sonriente y le dijo: Bienvenido y gracias por estar aquí.

Aquel hombre siguió rellenando un agujero en la tierra y dejó la pala a un lado.

—No quiero que me temas, no debes hacerlo. Ven, sé que tienes sed; ven a beber un poco de agua conmigo.

Ese misterioso ayudó a mi abuelo a terminar de salir del agujero y dieron unos cuantos pasos hasta un río.

—¿Tengo sed?

—Si al consumir el agua, logras quitar las molestias de tu garganta y la pesadez de tu cuerpo. Entonces eso es sed.

El hombre le indico como poner sus manos para recoger el agua y luego llevarla hasta su boca. Él mismo hizo el resto, como si ya supiera que el agua se debe beber de esa forma.

—Si era sed.

El hombre primerizo dejo caer el agua al ver su reflejo en aquel río.

—Muy bien, ese eres tú. El agua muestra tu reflejo.

—¿Quién soy?

—Tú tendrás que decírmelo ¿Cómo quieres ser llamado?

—No lo sé —respondía, cuando volvió a ver al hombre que le enseño como beber de ese río conoció un nuevo sentimiento, asombro y miedo.

Pues este experto en esta nueva tierra poseía el mismo aspecto que él, los rizos del color de los árboles y los ojos como el del río a la lejanía. Entonces entendió que su hablar también era el mismo.

—¿Dónde estamos?

—¿Qué es aquí para ti?

—No lo sé.

—Este es tu hogar, te traje aquí para que puedas vivir.

—¿Estoy solo aquí?

—¿Acaso no ves que estoy a tu lado?

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⏰ Última actualización: May 01, 2021 ⏰

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